Agustí Hernández.

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La violencia obstétrica es una mala práctica o conducta por parte de profesionales sanitarios que atienden a mujeres durante el embarazo, el parto y el puerperio y que, por acción u omisión, pueden poner en riesgo a la madre o al bebé. Sobre este tema hablaron este jueves cinco expertos en la materia en una mesa redonda organizada por la Real Acadèmia de Medicina que moderó el doctor Agustí Hernández, jefe de Ginecología y Obstetricia del hospital de Inca y secretario de la Sociedad Balear de Contracepción.

Visibilizan la violencia obstétrica, ¿sucede más de lo que se cree?
—Hay estudios nuevos que han intentado cuantificarla por acción u omisión, y depende un poco del ámbito en que nos movemos. Las diferencias son abismales entre comunidades, paritorios o de país a país porque la problemática es mundial. En 2019, la ONU ya recomendó a los países acciones de visibilización y pautas para erradicarla. En Balears hemos avanzado mucho y estamos mucho mejor que otras comunidades pero dependiendo de la sutileza que usemos para encontrarla sí, es más a menudo de lo que pensamos.

¿Se dan cuenta los profesionales de cuándo sucede?
—Los sistemas sanitarios deben preocuparse de que sus profesionales tengan una formación adecuada para que esto no pase. Pero no hay que engañarse, el sistema no es perfecto. Hay que salir de la visión paternalista de la medicina e ir a la autonomía del paciente, que debe estar en medio del sistema sanitario. Es un cambio de paradigma brutal pero internet facilita mucho estas cosas y los pacientes lo están demandando.

Muchos profesionales rechazan este término...
—Porque con la palabra violencia parece que se ejerce voluntariamente un daño. Lo que explicamos al profesional es que aunque algo se haya hecho siempre, si no está bien hay que modificarlo. Hay que ponerse al otro lado y ver si la paciente sí percibe violencia ya sea verbal, física o afectiva.

Ponga ejemplos comunes.
—Se trataría de acciones que son innecesarias y perturban la evolución de un parto normal. Un parto fisiológico respetado transcurre sin intervención, sólo con ayuda. Si hacemos un rasurado que no tiene sentido, si se coloca un enema que ya no es necesario... Esto hay que erradicarlo. El problema es sistematizar un tipo de actividad, como la episiotomía, que es el corte que se hace para que salga mejor el bebé. Se debe hacer con una indicación concreta dando una explicación a la paciente y pidiendo permiso. A veces se les dice que no saben dar el pecho, vienen todos y opinan... Esto es violencia, bloqueas a la mujer y no permites que fluya un acto fisiológico.

¿Sería la cesárea otro ejemplo?
—Si tiene una buena indicación, se explica porqué se hace, no hay alternativas y ella accede, no. Es importante que tenga fundamento y esté adecuada a las evidencias actuales. Todavía los hay que cobran más por hacer una cesárea o que las hacen para tener un fin de semana libre… Hay que hacer una política de buena adecuación a las cesáreas, no significa hacer menos, sino las correctas.

¿Dónde puede acudir una mujer que se sienta maltratada?
—Lo que debe hacer siempre es pedir explicaciones. Nosotros tenemos, aunque sea, una hoja de reclamaciones, incluso debe solicitar una entrevista. Nuestro trabajo no termina con el parto, podemos hacer controles, pautas ginecológicas o velar de cara a otro embarazo…

Las altas listas de espera sanitarias les pueden ir en contra...
—Sí porque hacemos jornadas más largas, peonadas por las tardes, hay sobrecarga o disminuye el tiempo entre pacientes. Los gobiernos deben dar herramientas a los centros sanitarios para dar una atención adecuada a la actividad reproductiva.