Cada empresa determinará si es obligatorio o no el uso de la    mascarilla. En el caso de los edificios de la administración pública -como el de la imagen- la mascarilla ya es historia.

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El adiós definitivo a la mascarilla tendrá que esperar. La mejora en la situación epidemiológica permite que a partir de hoy su uso obligatorio en interiores quede, en principio, restringido al ámbito sanitario y del transporte público. El real decreto del Gobierno, no obstante, delega en el departamento de riesgos laborales de cada empresa la decisión final, por lo que millones de empleados de la empresa privada en España, decenas de miles de ellos de Baleares, acudirán este miércoles a su puesto de trabajo sin saber si deben llevar o no la mascarilla.

De esta manera, la mayor parte de las empresas esperan a leer el texto definitivo –que se publica este miércoles en el Boletín Oficial del Estado (BOE)– para definir sus propios criterios. A grandes rasgos, la normativa insta a las empresas a evaluar los riesgos en base a factores como la ventilación o la separación mínima de 1,5 metros entre trabajadores. De todos modos, ya hay empresas que se han definido en un sentido u otro y ya han informado a sus trabajadores al respecto. Así, en el sector de la alimentación, Mercadona ya ha especificado que, dado que el real decreto, como norma general, no establece la obligatoriedad de la mascarilla en establecimientos comerciales, su uso será únicamente recomendado a personas consideradas sensibles al virus (tales como embarazadas, mayores de 60 años o inmunodeprimidos).

El Corte Inglés, por ejemplo, es otra de las grandes superficies con empleados de cara al público que también ha definido su plan de acción desde hace días, el cual reviste varias especifidades que ya conocen sus trabajadores. Así, la mascarilla no es obligatoria entre los empleados de cara al público como norma general, aunque se contemplan excepciones como el que se esté atendiendo a un cliente que a su vez sí está haciendo uso de la mascarilla. El uso de la misma también será obligado para los empleados del supermercado, para los de atención en mesa y barra en hostelería, platos preparados y pastelería, y cuando haya una proximidad física superior a la normal (pruebas de maquillaje, etcétera).

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Los portavoces sindicales en las Islas no creen que vaya a existir mayor complicación al respecto y descartan problemas significativos entre empresas y empleados. «Viendo lo que ha pasado en estos dos años de pandemia, en los que los incidentes por el tema de la mascarilla han sido marginales, podemos descartar que ahora vaya a suponer un problema», señaló el secretario general en la Federación de Servicios Públicos de UGT, Miguel Ángel Romero.

Asimismo, subraya que los departamentos de prevención de riesgos laborales son una autoridad perfectamente legitimada y competente para determinar la obligatoriedad de la mascarilla si así lo estiman oportuno. «Si los servicios de prevención dicen que hay que llevar la mascarilla los trabajadores están obligados a hacerlo, si no les pueden sancionar», afirma para explicar que la mascarilla «es un EPI (equipo de protección individual) más; igual que si una empresa te dice que debes llevar casco». Romero destaca que, por encima de todo, «tenemos que celebrar que estamos dando un paso hacia la normalidad». En similares términos se expresa la técnica de salud laboral de CCOO, Marga Jiménez, que considera «lógico» que la empresa decrete la obligatoriedad de la mascarilla «siempre que se considere que no se puede salvaguardar la distancia y/o ventilación recomendadas entre trabajadores». En cualquier caso, recalca que «una vez salga el texto ya todos podrán acabar de definir las normativas».

Empleados autonómicos

Las instrucciones para los trabajadores que dependen del Govern sí son claras. Las mascarillas seguirán siendo obligatorias para los empleados de transportes públicos, y de todo tipo de centros sanitarios y sociosanitarios, especialmente donde se trabaja con personas mayores. El resto de funcionarios autonómicos puede quitarse la mascarilla cuando estén en su puesto de trabajo. Eso sí, se recomienda su uso cuando no haya una distancia de metro y medio entre ellos; también en el caso de que no les separe una mampara de seguridad o en los espacios comunes de la empresa, como son los accesos, las salas de reuniones, los baños o las áreas de descanso, entre otros. Por otra parte, el Govern tildó de «éxito social» el poder eliminar la obligación de llevar la mascarilla en interiores que, asegura, ha sido posible gracias a las elevadas cifras de vacunación y el respeto ciudadano por las medidas de prevención.

Punto de vista
Germà Ventayol

Sentido común

Germà Ventayol

El reglamentismo se ha impuesto en todas las esferas de la vida cotidiana, la sociedad se ha acomodado a que sean las normas las que acaben sentenciando qué se puede hacer o qué se prohíbe. Nada debe quedar a libre decisión personal. No quiero dar la razón a Aznar y su ridícula defensa del consumo de vino sin mesura, pero cuando se trata de la autodefensa sanitaria sí parece que podría haber más margen para el criterio propio. Pues no, hasta para eso queremos que nos digan qué está bien y qué está mal. De verdad, que con algo de sensatez la cosa sería mucho más llevadera para todos.

Las claves
  1. La vuelta al cole que querían los pediatras

    Las clases se retomarán el próximo lunes ya sin mascarillas. Es la medida que proponían a finales de febrero los pediatras, que criticaron que los niños han sido los grandes olvidados de la pandemia. Falta ver cómo afectará a los docentes. Se sigue recomendando su uso entre los considerados vulnerables.

  2. Se mantienen en el bus, taxi, tren, avión y barco

    La mascarilla será de uso obligado en los interiores del transporte colectivo. Habrá que mantener en los autobuses urbanos e interurbanos; así como en el metro, el tranvía, el tren o el taxi. También seguirá siendo obligada llevarla en avión y en los barcos pero dónde no se pueda mantener la distancia de 1,5 metros.

  3. Los enfermos de COVID deben llevarla siempre

    Las personas contagiadas de COVID deben llevar la mascarilla en todas las circunstancias hasta que pasen diez días desde que presentara signos de la enfermedad. Si además son personas mayores de 60 años, embarazadas, inmunodeprimidos o casos graves, deben hacer cuarentena y acudir al especialista.