Dos excursionistas en la Mola de s’Esclop, con los restos de la caseta de n’Aragó al fondo. | Ultima Hora

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Antes del boom turístico de los años sesenta, los extranjeros que venían a Mallorca eran vistos por los mallorquines como un exotismo, hasta el punto de que la presencia de algunos de ellos marcó tanto a los residentes que rebautizaron la toponimia local para recordarlos. Como mínimo, diez nombres de puntos costeros, montañosos y cercanos a pueblos esparcidos por la Isla actualmente aluden a foráneos que dejaron su huella antes de la llegada del turismo de masas, según explica el geógrafo y autor del blog Toponimiamallorca.net, Miquel Àngel Escanelles. Los nombres salen en el monumental Mapa General de Mallorca publicado en 1958 por el cartógrafo Josep Mascaró Pasarius, en el que hay unos catorce mil topónimos documentados.

«Si salen en este mapa, podemos tener una referencia sobre su antigüedad», comenta el geógrafo, que recuerda que cuando Pasarius lo elaboró mucha gente todavía había aprendido oralmente los nombres del territorio. La caseta des Francès (o caseta de n’Aragó) es el topónimo de Mallorca más antiguo que se refiere específicamente a la presencia de un extranjero anterior al turismo masivo. En la cima de la Mola de s’Esclop todavía resisten las paredes de la que fuera la cabaña del físico y astrónomo francés François Aragó, que en la primavera de 1808 se instaló en la montaña para unir geodésicamente Mallorca con Eivissa y Formentera, con el objetivo de obtener la medida más precisa posible de la longitud del metro.

En Alcúdia se encuentra el Pont dels Anglesos, por la New Majorca Land Company, la empresa que desecó la albufera en la segunda mitad del siglo XIX. En Lloret de Vistalegre se conserva el topónimo de Cas Alemanys, que hace referencia a unos refugiados de la Primera Guerra Mundial procedentes de ese país. Escanelles recuerda que Andreu Ramis Puig-Gròs recogió las notas de uno de esos alemanes en Les llegendes del centre del món (Edicions UIB, 2019). En la finca de Son Torrella, en Santa Maria del Camí, también existe el topónimo Ca s’Alemany, mientras que el Coll de Son Fortuny, entre los municipios de Andratx y Calvià, también es conocido como Coll de s’Alemany. Ambos nombres salen en el Mapa General, pero el geógrafo desconoce su origen histórico.

El caso de Saridakis

Otro nombre que recuerda el paso de extranjeros es el de Can Saridakis (actual Marivent), por el anterior propietario del palacio, el pintor Juan de Saridakis. Asimismo, cerca del aeropuerto de Palma, hay un Cas Francès y en Montuïri Can Bernat Suís que también salen en el mapa.

En Cala Fornells (Calvià), se ubica Ca na Tatxa. Se refiere al chalet que la diseñadora Natacha Rambova y el militar retirado Álvaro de Urzaiz mandaron construir delante de la illeta des Cocó, lindante a la Punta de s’Estaca y el Caló de ses Llises. Vivieron en Mallorca entre 1932 y 1936, tiempo suficiente para que la gente de la zona renombrara ese punto en referencia a la mujer que creó el mito de su anterior marido fallecido con 31 años, el actor y símbolo sexual de los años veinte, Rodolfo Valentino. Rambova, nacida en EEUU, fue bailarina, guionista y diseñadora de vestuario. El matrimonio fue fiel al bando franquista. Sin embargo, Rambova acabaría denunciando la represión ante el obispo, para finalmente huir y divorciarse de Urzaiz, según explica Antoni Aguareles en el número 12 de la revista Entorn de Calvià.

En el mismo municipio está Punta de na Dina, otro topónimo que evoca la presencia de la norteamericana Dina Moore, que también tiene una calle en Cala Major. Moore ayudó a muchas personas que huían del nazismo a encontrar refugio en EEUU.