Elena Nosova, en su escuela. | M. À. Cañellas

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Elena Nosova, nacida en una pequeña ciudad provincial de Rusia, lleva viviendo en Mallorca desde hace casi veinte años. Se formó como directora de coro y pedagoga musical y trabaja en su propia escuela de música e idiomas en Palma, llamada MIR, que significa ‘paz’ en ruso. Su vocación por enseñar le vino de su abuela, que era profesora de Educación Infantil en Rusia, y, además, es soprano y desde 2013 es la directora del coro ortodoxo de Mallorca.

¿Cómo se enteró de la situación entre Rusia y Ucrania y qué impresión le causaron las imágenes?

—Lo vi por primera vez en Facebook porque hace tiempo que no veo las noticias. Y es que tenemos familias en los dos lados –Elena no puede evitar emocionarse–, hay pocas familias que no tengan parientes divididos entre los dos países. Es muy complicado y por eso creo que es imprescindible ayudar en lo que podamos ahora mismo. También creo que rezar ayuda, porque envías energía, y yo rezo cada día por la paz.

En la academia coinciden alumnos de diversas nacionalidades. ¿Cómo han vivido las últimas semanas ?

—Aquí viene gente de Ucrania, Rusia, países de América Latina, de Mallorca... y ahora siguen viniendo. De momento no hemos tenido ningún conflicto grave en nuestra pequeña comunidad, pero sí que alguna vez hemos tenido enfrentamientos verbales. También se les comprende, porque están dolidos y sienten impotencia por no poder cambiar la situación, pero es importante tener paciencia y luchar por la paz.

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¿De qué maneras cree que se puede ayudar en estos momentos?

—Yo intento apoyar a las personas de mi entorno compartiendo la información que me llega de las ayudas, por ejemplo, para la gente que ya está aquí. También sobre cómo pueden hacer los trámites para los papeles, para la gente que ha huido de la guerra, o sobre los centros informativos que pueden encontrar aquí. Además, desde la iglesia ortodoxa se organizan recogidas de ayuda humanitaria, como alimentos, medicamentos o ropa para enviar allí porque hay gente muy necesitada y tenemos que colaborar.

¿Ha notado algún tipo de rechazo tanto por parte de la comunidad ucraniana como mallorquina?

—En mi entorno no he notado rechazo, aunque ahora tampoco salgo mucho porque trabajo bastante. Pero sí que he leído a través de los grupos de Whatsapp que tenemos que los niños sí que lo han notado en los colegios. Porque siempre están hablando de que Rusia es mala y, claro, ellos son rusos, y los niños no son capaces de dividir lo que es político y lo que es una persona que está viviendo con ellos.

¿Qué mensaje enviaría a la población?

—Que lo importante es mirar a las personas y, entonces, decidir si son buenas o malas, no está bien generalizar. Y si puedes ayudar es importante que lo hagas, porque es lo único que depende de nosotros y que podemos hacer, porque la política nunca depende de las personas de a pie. Vivir la guerra es muy duro, el día a día allí es una catástrofe humanitaria, ese es el término. Aunque sea a pequeña escala, animo a todo el mundo a colaborar en lo que pueda.