Anastasia y sus hermanos en casa con las donaciones de comida que han recibido para los refugiados.

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La casa familiar de Anastasia Kvach, una joven ucraniana de 25 años y residente en Palma, se convertirá en el refugio de muchos compatriotas que han huido de la guerra en su país. En los próximos días recibirá a 15 refugiados que en estos momentos se encuentran en Europa en busca de un hogar temporal. Anastasia lleva días movilizando a la sociedad mallorquina para que colabore en la causa donando colchones o abriendo sus puertas para acoger a damnificados. La joven también ha recaudado dinero para costear los viajes y enviar alimentos.

Los padres de Anastasia Kvach salieron hace unos días de Mallorca y han recorrido medio continente en coche hasta llegar a Praga, donde esta semana se han encontrado con familiares huidos de Ucrania. Lo que no esperaban era conocer a otros compatriotas por el camino a los que les están ayudando para venir a la Isla.

La solidaridad con Ucrania se multiplica

La familia ucraniana de Anastasia Kvach, en un albergue de Praga, el pasado miércoles.

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Desde Kiev

El día 24 de febrero, la abuela, los tíos y primos de Anastasia salieron de Kiev cuando la ciudad empezaba a arder. En coches, y tras muchas horas, llegaron hasta la frontera con Hungría. «Una vez allí, los hombres de mi familia dejaron a las mujeres y ellos regresaron a la capital», explica la joven. Los días posteriores viajaron todas juntas hacia Praga y se reencontraron con los padres de Anastasia. «Mis padres están gestionando ahora todos los billetes para llegar a Balears», explica. Anoche, por ejemplo, llegaron al aeropuerto de Son Sant Joan la abuela de la joven, de 75 años, junto a su madre. En los próximos días, el resto de familiares y la quincena de refugiados que han conocido por el camino cogerán un barco desde Barcelona hasta llegar a la Isla.

«En principio acogeremos nosotros a los 15 ucranianos hasta que podamos repartirlos en otras casas», apunta Anastasia, que es madre de un bebé de ocho meses y se está encargando estos días de sus hermanos pequeños hasta que sus padres regresen. «Me cuentan desde Praga que hay muchas familias con niños y gente mayor. Hemos enviado ya varias cajas con comida para repartirlas allí, galletas para niños o leche. «Es lo que hay que hacer ante un mundo tan cruel», reflexiona sobre la situación actual.