Imagen de Serhiy Shevchenko. | R.D.

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Serhiy Shevchenko, residente en Mallorca desde 2001, vive con preocupación y angustia cada minuto de esta guerra. Su hija, yerno y dos nietos, cuyos nombres prefiere omitir por seguridad, se encuentran en una ciudad asediada por las tropas de Putin. Se trata de Akhtyrka, una localidad cercana a Járkov y a la frontera, que desde hace días sufre los ataques del ejercito ruso.

«Mi hija está muerta de miedo, nadie esperaba esto. La ciudad está asediada, no hay salida», explicaba este domingo Shevchenko. «Las noches suelen ser tranquilas pero durante el día tienen que esconderse en los refugios. Hay personas que no salen del refugio ni durante la noche. Los cristales vibran con los bombardeos. Hace diez minutos me ha dicho que bajaban al sótano porque se esperaba un ataque aéreo», añade. En el edificio en el que se encuentra la familia de Shevchenko apenas quedan vecinos: tan solo cinco familias (7 menores y 13 adultos) de un total de 21 permanecen en el lugar, el resto logró escapar durante el primer día de conflicto.

Imagen tomada desde la vivienda de la hija de Serhiy Shevchenko.

«Al principio el ejercito ruso tan solo bombardeaba algunos puntos específicos como cuarteles militares. Ahora ya atacan todos los puntos de la ciudad para tener atemorizada a la población, son como ataques psicológicos», relata Shevchenko.

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Ataque a una guardería

La familia de Shevchenko vivió de muy cerca, a escasos 400 metros, uno de los episodios más duros de esta guerra. Un proyectil impactó contra una guardería causando según la autoridades ucranianas varios fallecimientos, entre los que había algunos niños que justo habían abandonado el refugio del edificio pensando que el ataque había finalizado.

Sobre los soldados rusos Shevchenko cuenta que muchos son jóvenes y tienen miedo: «Algunos dan lástima, son muy jóvenes, están asustados y la población ucraniana no abandona las ciudades. Se han ido muchas mujeres, niños y heridos pero los hombres de mi ciudad se han quedado a defender el país».

Imagen tomada en Akhtyrka.

«Mi hija me dice que saben perfectamente que nadie puede hacer nada para sacarlos de allí, ahora lo único que quiere es que el mundo sepa lo que están pasando», concluye.