Noemí Pereda, coordinadora del grupo de investigadores para investigar el abuso sexual de niñas tuteladas en Mallorca. | Jaume Morey - ARCHIVO

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Referentes en victimización sexual en los centros, mayor coordinación entre instituciones, charlas afectivo-sexuales, formación específica para educadores, protocolos de vigilancia adaptados a los nuevos tiempos y a las nuevas formas de relacionarse de los jóvenes, así como la puesta en marcha de un centro especializado en Mallorca con ocho plazas para menores rescatadas. Son algunas de las medidas que el Institut Mallorquí de Afers Socials (IMAS) ha puesto en marcha para evitar que se produzcan nuevos casos de explotación de menores en la Isla, quizá la trama más mediática que se ha dado en España, pero que se ha producido en otras comunidades, como Canarias, Valencia, Álava o Madrid. Todo hay que decirlo, sin el mismo tono ni la misma exposición pública.

En todas estas regiones se han descubierto durante los últimos años tramas de prostitución de menores tuteladas, pero el caso de las niñas explotadas de Mallorca lleva dos años causando tal revuelo, que una comisión del Parlamento Europeo se desplazará entre el 11 y el 13 de abril a Mallorca para reunirse con la presidenta del Govern, Francina Armengol, la consellera d’Afers Socials, Fina Santiago, y la presidenta del Consell de Mallorca, Catalina Cladera, así como con el expresidente del IMAS, Javier de Juan, y con Jaume Tortella, vicepresidente de esta entidad, e investigar lo ocurrido.

Se calcula que en España existen unos 50.000 menores tutelados, de los que el 55 % conviven en centros, frente al 45 % que viven en acogimientos familiares, una figura que según las recomendaciones de los organismos internacionales debería ser la «prioritaria». Según los expertos, vivir en un centro es un «factor de riesgo» para los menores. En Mallorca, curiosamente, hay 861 menores tutelados, de los que mayoría, 503, están en acogimiento familiar (50 en el programa Familias Cangur, 77 en el programa NIU y 376 viviendo con familiares propios del menor) y 358 en centros residenciales tutelados.

«Las redes sociales son la entrada a desaprensivos que huelen la debilidad de muchas menores»
La sede del IMAS, en Palma.

«La Isla era el lugar más improbable para darse casos de prostitución de menores, y ha sucedido. Imagínese en otras comunidades», apunta Noemí Pereda, coordinadora del grupo nombrado por el IMAS para investigar el abuso sexual de niñas tuteladas en Mallorca y directora del Grupo de Investigación en Victimización Infantil y Adolescente (GReVIA) de la Universidad de Barcelona.

Recuerda, además, que para hacer un diagnóstico de la situación del sistema de protección de menores en el país, pidieron información a todas las comunidades: solo Madrid e Ibiza respondieron, el resto, silencio. «La falta de recursos y la ocultación de datos, hace difícil luchar contra una realidad que, desgraciadamente, ocurre en todas las comunidades autónomas», lamenta Pereda.

La directora insular de Infancia y Familia, Mari Ángeles Fernández, que lleva más de 20 años como trabajadora social, apunta a que los proxenetas saben dónde buscar: perfiles vulnerables. «Chicas tuteladas, en riesgo y que han sufrido abusos sexuales o episodios de maltrato en casa. Están muy tocadas, necesitadas de cariño y con una versión perversa del sexo. Son carne de cañón de abusadores, que no solo les ofrecen móviles o dinero, eso es lo de menos, lo mas importante para estas chicas es el vínculo emocional, les hacen creer que son 'familia'», explica Fernández.

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Coincide en este diagnóstico Noemí Pereda, que revela que en la investigación que el equipo llevó a cabo en Mallorca, descubrieron que los explotadores sexuales se hacían llamar papis'; los clientes, 'tíos'; y las niñas explotadas eran 'hermanas'. «Se consideraban una familia en toda regla. Todas coincidían en que era algo voluntario. 'No pasaba nada por darse unos besos', señalaban; otra decía que seguía siendo virgen, que solo se había masturbado delante de gente... en realidad, se habían convertido en esclavas voluntarias», apuntilla la coordinadora del grupo de investigadores del IMAS.

«Casos de abusos sexuales o de prostitución llevan dándose desde hace más de 20 años. Y todos los partidos políticos lo saben. Lo que ha cambiado es la forma de captar a las menores. Antes descubríamos un caso porque las localizábamos en los anuncios de contactos, ahora las redes sociales son muy peligrosas, escapan al control de profesionales y padres», confiesa Cristina Ávila, que se ha convertido en la coordinadora dentro del sistema de protección de menores en Mallorca de este tipo de casos. «Cuando se sospecha de un caso de abuso, tratamos de que se notifique en 72 horas y nos damos un plazo máximo de tres meses para que la Unidad de Valoración de Abuso Sexual (UVASI) del IMAS decida si se está produciendo un abuso».

En este sentido, para agilizar todo, se ha nombrado un referente en victimización sexual dentro del equipo educativo, en cada centro de acogimiento. Se han convertido en los 'ojos del centro' y estudia si hay indicadores de riesgo en la forma de actuar de los menores tutelados. Hay un registro de fugas, si hay un cambio de imagen, si aparece con ropa nueva u objetos de valor de procedencia desconocida, si cambia de amistades, consume sustancias o deja de ir a clase. Son indicadores incluidos en el protocolo que ha puesto en marcha el IMAS.

La directora insular de Infancia y Familia, Mari Ángeles Fernández, y Cristina Ávila, coordinadora de ESCIA del IMAS.

Además, en octubre de 2020 se puso en marcha un centro especializado en el tratamiento de jóvenes implicados en casos de explotación sexual comercial infantil y adolescente (ESCIA) con capacidad para 6 plazas ampliables a 8. «Les ayudan a reconocerse como víctimas, pero también las separamos de otras menores, porque son grandes captadoras. No piensan que hacen mal, creen que están ayudando a sus compañeras», dice Noemí Pereda, mientras que Cristina Ávila subraya que «el objetivo es ayudar a los menores, crear vínculos y generar un espacio seguro (seguridad en el entorno, emocional y física). La forma de trabajar es totalmente diferente al de un centro de acogimiento normal, la intervención terapéutica es importantísima».

Finalmente, se va a poner en marcha el Programa Mentors, para que miembros de la asociación de personas extuteladas de Baleares (APEIB) se conviertan en figuras de referencia para los menores, sobre todo para las víctimas de explotación sexual comercial infantil y adolescente. «Rompen mitos, les descubren que tienen un futuro que no pasa por la prostitución. Les hablan de tú a tú», dice la directora insular de Infancia y Familia, Mari Ángeles Fernández.

¿Va a seguir produciéndose este tipo de casos? Noemí Pereda es firme: «Las redes sociales son un monstruo que no deja de crecer, y la puerta de entrada a desaprensivos que buscan la debilidad de sus víctimas. Desde luego, las niñas de Mallorca, tuteladas o no, están más protegidas que en otras comunidades. Pero hace falta un gran pacto social, más sensibilidad y recursos», finaliza la experta.