José García posa con gafas por un problema de vista. | Teresa Ayuga

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José García tiene 58 años y es uno de los treinta profesores interinos de FP de Baleares que no podrán ejercer a partir del curso que viene porque no disponen de un grado sobre la materia que imparten, como les exige la Conselleria d’Educació para adaptarse a la normativa estatal. La exigencia solo se aplica a las especialidades en las que existen carreras universitarias afines, y no afecta a aquellas que no la tienen, como automoción, carpintería, peluquería y cocina, en el caso de las Islas.

«El Ministerio se asegura tener profesores con experiencia profesional en las empresas para formar trabajadores al menos hasta que se inventen un grado y los manden a la calle», lamenta García, añadiendo que «una vez más utilizan sin escrúpulos a la gente para cubrir plazas». «Si tan necesario es tener título universitario que apliquen la ley a todos por igual», reclama.

García lleva 33 años dando clase como profesor técnico y critica que «se cambien las reglas del juego». Estudió Maestría Industrial en los años ochenta y por motivos económicos no pudo ir a la universidad hasta 2005, cuando empezó Ingeniería Técnica Agrícola. En 2012 se extinguió el plan que cursaba y pasó a ser un grado, momento en el cual le quitaron sesenta créditos. Aun así ya es ingeniero, pero el próximo curso no podrá continuar como interino. La UIB le deniega el título por no tener competencia en inglés pese a que el plan que empezó no lo exigía y cuando pasó a estudiar el grado no le avisaron.

«Da igual los años de experiencia que tengas, sólo importa la ‘titulitis’ crónica de este país y las necesidades que puede tener la Conselleria para cubrir ciertas plazas», afirma. Cree que tener un grado no mejora la profesionalidad de los docentes que llevan tanto tiempo trabajando y pide una salida negociada con todos los afectados.