Las fiestas navideñas han propiciado el perfecto caldo de cultivo para una variante que ya es el virus más contagioso que circula en el mundo.  | Pilar Pellicer

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Si la media de casos diarios de contagios por coronavirus en la semana del 27 de diciembre era de 1.767, esta cifra ha crecido hasta los 3.644 en la semana posterior. Es lo que se conoce como efecto Nochevieja aunque, a estas alturas y tras notificar ayer un nuevo récord de 4.659 positivos en un solo día, «se junta Navidad, Nochevieja e incluso Reyes», admite el portavoz del comité autonómico de enfermedades infecciosas, Javier Arranz. «Estamos viendo el efecto directo de los contagios, hay muchos casos leves pero son sintomáticos y, en general, se manifiestan a los tres o cuatro días», añade el jefe del laboratorio de Microbiología de Son Espases, Antonio Oliver. Sin embargo, no es una directriz, «quince días después no desarrollarás síntomas, pero en una semana todavía hay riesgo», añade. El hecho de haber reducido las cuarentenas de diez a siete jornadas se debe, según el doctor Oliver, a la necesidad de no colapsar, «no porque dejes de contagiar».

La variante ómicron, que ha cambiado en pocas semanas el panorama de la pandemia, hace pensar que el pico de esta sexta ola no llegará hasta finales de mes, «el factor Sant Antoni o Sant Sebastià en Mallorca va a conllevar más reuniones sociales, por lo que hay que ser realistas», admite Arranz. Sin embargo, habrá un momento en que el virus se parará, «llega a un umbral de contagios en el que se autolimita», añade el microbiólogo Oliver. Queda por ver el alcance. Según la OMS en las próximas seis u ocho semanas podrían contagiarse la mitad de los europeos. «Un impacto así sería malo porque es muy poco tiempo y el sistema sanitario lo pasará mal», reflexiona el doctor Javier Arranz. «Puede pasar, por lo que no hay que banalizar una enfermedad con este impacto», añade. Y las miradas ya están puestas en la presión hospitalaria porque aunque los ingresos en relación a los contagios han bajado mucho, la evolución de esta sexta ola es igual que las anteriores y ya se empieza a registrar una situación comprometida con visos de empeorar. Salut notificaba este martes 311 hospitalizaciones en planta y 76 pacientes en UCI, unas cifras equiparables a las del inicio de la pandemia, cuando se confinó a toda la población.

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UCI de Son Espases

«Nos hemos nivelado con la primera ola y el problema es que todavía estamos subiendo, habrá que esperar hasta finales de enero porque habrá más contagios con su porcentaje de ingresos, y de éstos, el 10 % terminará en la UCI», explica el jefe de este servicio, Julio Velasco. «La situación no es muy buena. Tenemos 44 camas, de las que 30 están ocupadas por pacientes con COVID-19 y 13 por otras patologías. Vamos justos, cada día es una lucha importante para dejar las cosas lo mejor posible y que los compañeros tengan recursos», reconoce. Y no solo por el ingreso de pacientes, también por la falta de personal. En estos momentos no hay contagios entre los médicos de su servicio pero sí falta una veintena de enfermeras de las cerca de 150 que hay en plantilla.

En la UCI, sigue la influencia de la variante delta y apenas dos pacientes de los críticos se contagiaron con ómicron. «El problema es que su evolución es larga, de unas tres semanas, porque muchos necesitan ventilación mecánica durante el tiempo suficiente para que la neumonía por COVID-19 se resuelva», explica el experto. Con la vacunación, asegura, la gravedad de los pacientes es menor. «Muchos no necesitan sedación y ventilación, les basta con un mecanismo de alto flujo de oxígeno. Evolucionan de forma más rápida, unas dos semanas aproximadamente, pero se ha comprobado que a todos les quedan una disfunción muscular importante y necesitan rehabilitación antes de ir a planta, por eso se dilata», añade el doctor Velasco, quien todavía espera ver nuevos ingresos.