Las vacunas son una de las herramientas para alcanzar la inmunidad. | DADO RUVIC

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La inmunidad contra la COVID-19 se ha convertido en uno de los principales retos de la humanidad. Sin embargo, su consecución está costando mucho debido a las mutaciones que se están produciendo del virus. En estos momentos, la inmunidad se puede alcanzar por dos vías: las vacunas y haber pasado la enfermedad. El especialista en Salud Pública y Medicina Preventiva, Joan Carles March, ha manifestado que «no está claro aún lo que pasa con la infección natural. En estudios previos se decía que la vacunación más la infección natural protegía más que solo la vacunación. En estos momentos hay quién plantea que hay nuevas infecciones en pacientes que han pasado la infección natural. Eso obliga a estudiarlo con calma».

March añade que «en estudios de junio de este año se decía que los infectados son capaces de generar anticuerpos contra el coronavirus durante el resto de su vida; un estudio muestra la presencia de células inmunes duraderas incluso en personas que pasaron una infección leve o moderada. Sin embargo, actualmente se dice otra historia. Transcurridos casi dos años de la pandemia, las cuestiones relativas a las respuestas inmunitarias tras la COVID-19 siguen siendo confusas».

El especialista en Salud Pública aclara que «las respuestas inmunitarias son innatas o adquiridas. La innata, o inmunidad a corto plazo, se produce cuando las células inmunitarias que constituyen la primera línea de defensa del organismo se activan contra un agente patógeno, como un virus o una bacteria. Lo que se sabe ahora es que la inmunidad natural no es suficiente y contraer la COVID-19 y recuperarse no parece generar una protección tan sólida como la generada tras la vacunación».

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Efectos de las vacunas

En el caso de las vacunas, March sostiene que las de Pfizer y Moderna podrían ofrecer una mejor respuesta general como tercera dosis ante la presencia de la nueva variante ómicron del coronavirus. Pfizer presenta un eficacia del 95 % a los 14 días de la segunda dosis, según los ensayos clínicos previos. Sin embargo, se ha constatado que su efectividad ha variado a medida que han ido surgiendo nuevas cepas del coronavirus. Con la aparición de la variante Delta es, incluso, menos resistente, pues se sitúa entre el 70 % y 75 %.

«Los últimos estudios confirman que la inmunidad de la vacuna de Pfizer dura al menos seis meses con una eficacia del 90 %. De hecho, existe una alta probabilidad de la necesidad de inocular una tercera dosis a los seis meses de la segunda para alcanzar la inmunidad. Con esta tercera dosis se podría reforzar la respuesta de los anticuerpos entre 10 y 20 veces». «Las vacunas de refuerzo son seguras y ofrecen una eficacia variable con un aumento de la inmunidad tras la tercera inyección a los tratados con AstraZéneca o Pfizer, aunque con resultados dispares según la combinación de dosis. Todos estos estudios no incluyen la efectividad ante la recientemente secuenciada variante ómicron».

March ha dejado claro que «las vacunas protegen entre un 79 % y un 90 %, respectivamente, de la evolución más grave de la COVID y evitan hospitalizaciones y muertes. Por último, ha añadido que un estudio en The Lancet sostiene que la combinación de vacunas mejoraría la protección. En concreto, dos dosis Pfizer y una de Moderna supone una mejor combinación para aumentar anticuerpos neutralizantes. Por su parte, AstraZeneca y Novavax o Moderna representan una mejor memoria y mayor duración de acción.