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En 1920, cuando abrió la Fábrica Ramis de Inca, donde se celebra este fin de semana el congreso del PSIB, los socialistas no eran, ni mucho menos, los protagonistas de la vida política; su partido obtuvo en las elecciones municipales de aquel año una decena de ediles en toda Mallorca e, internamente, aparecía muy dividido. Cien años después (gobernando en las principales instituciones de las Islas, incluyendo 34 ayuntamientos), los socialistas tienen el convencimiento de que son el presente y que serán el futuro. Y ese es el lema de este cónclave que se refleja en las banderolas que cuelgan por dependencias de la antigua fábrica textil y de piel de Inca reconvertida en centro de convenciones y eventos corporativos que encaja bien con la imagen que se está construyendo el partido socialista.

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Este congreso (alguna voz reparó en ello) es lo más parecido a una gran convención de una multinacional o de una empresa media guiada por manuales de ‘buenrollismo’ y mastersclass, que también hubo este sábado. Como también hubo (antes de los discursos y de las votaciones por unanimidad) una pieza de microteatro resumiendo la historia del partido en unos minutos. Pero entre tanta escenografía de los nuevos tiempos pensados para las redes (si hasta los discursos y aplausos son para verse en streaming), también hay lugar para algún rostro veterano: Joan March hablando con tres mayores del lugar; Josep Lluís Madico (en toda mesa que dé para un debate aunque sea sólo sobre la calidad del variat servido en el mismo recinto por un celler) o Francesc Antich, que este domingo cumple años pero que es como si el paso del tiempo le rejuveneciera. A March y a Antich los definió Francina Armengol como sus ‘padres políticos’. Y no es para menos porque el socialismo de mastersclass que este sábado dominó la antigua fábrica no habría avanzado –por ejemplo– sin la apuesta clara del primero por los pactos de progreso que son hoy la esencia del PSIB.

Pero sí es cierto que aunque se hable de presente y futuro en este congreso o convención ‘a la americana’, también hay lugar para la revisión del pasado: 15 espacios diferentes permitían diferentes actividades paralelas, incluida una zona de descanso entre exposiciones, pantallas y muestras de cartelería: sostenibilidad, feminismo, LGTBI y (mucho) partido gracias al archivo histórico que ha ido reuniendo un partido que presume de sus 142 años y que ya estaba aquí en 1920. El pack del militante que se entregaba a la llegada estaba formado por mascarilla, credencial, bolígrafo, cuaderno y una botella vacía para llenarla de agua. El congreso continúa, y acaba, este domingo.