Montaje realizado por la historiadora Maria Antònia Jaume. | CAIB - CAIB

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La investigadora Maria Eugènia Jaume, que coordina un estudio encargado por el Govern sobre las obras realizadas mediante trabajos forzados en Baleares durante la Guerra Civil y el primer franquismo, ha constatado que en Mallorca hay, por el momento, 26 campos de trabajo que abrieron sus puertas de manera progresiva entre diciembre de 1936 y de 1942. Jaume lleva a cabo este estudio para catalogar las obras que se hicieron con trabajos forzados en las islas durante la Guerra Civil y el primer franquismo, un trabajo que le ha encargado la Dirección General de Memoria Democrática, ha detallado la Conselleria de Transición Energética, Sectores Productivos y Memoria Democrática en una nota.

Según esta primera búsqueda, la experta señala que en Mallorca, los campos se ubicaron en posesiones como Es Rafal des Porcs (Santanyí) o en Banys de Sant Joan de Font Santa (Campos) y apunta a que también se adaptaron edificios públicos, como la escuela rural de S’Espinagar (Manacor) y el almacén de madera de Can Garroví (Sa Pobla) y se improvisaron numerosos campos con tiendas de campaña y barracones de madera. La historiadora concluye que sólo el campo de prisioneros de Artà, ubicado en Alqueria Vella, fue construido y añade que fueron los mismos prisioneros los encargados de levantar el edificio, después de las quejas por parte del director del Hospital Militar sobre el trato «inhumano» que recibían los 1.399 presos que entre 1941 y 1942 estuvieron en el campo del Cap de Ferrutx, «el peor de Mallorca», según el Govern.

En Ibiza

De acuerdo con el estudio de Jaume, también se llevaron a cabo trabajos forzados en Ibiza, donde a partir de 1940 fueron trasladados un centenar de hombres desde los campos de Mallorca para construir baterías de la Línea Kindelán, un cordón de defensa levantado durante la Guerra Civil para defender las principales infraestructuras de la isla.
En la colonia penitenciaria de Formentera, situada en el Estany des Peix de la Savina, las investigaciones de Jaume corroboran que también se enviaron hombres de la Prisión Provincial de Palma desde mediados de 1940. Si bien en este lugar no hay constancia de que se llevaron a cabo trabajos forzados, según un testigo, además del hambre y las humillaciones que sufrían los prisioneros, también señala que durante el día eran obligados a construir una pared que, durante la noche, era derribada con la intención de que los presos la levantaran de nuevo al día siguiente.

Menorca

En Menorca, Jaume destaca la presencia de alguna unidad disciplinaria y posteriormente un batallón disciplinario formado por prisioneros que construyeron y repararon carreteras de la isla, como los caminos en la Albufera de Es Mercadal, así como fortificaciones y aeródromos. A partir de la rendición de Menorca, conocida popularmente como «Sa Girada», la experta indica que en febrero de 1939 salieron prisioneros de las cárceles para realizar construcciones como el Monolito de la Esplanada de Mahón o la reparación de edificios que habían sido derrumbados durante los bombardeos. Para llevar a cabo esta investigación, que todavía continúa abierta, Jaume se ha basado en archivos militares y municipales, testigos orales, monografías, archivos cartográficos o a partir de las conclusiones de historiadores como Antoni Tugores, Jaume Morey, David Ginard y Pep Pons.

Sobre este estudio, el secretario autonómico de Memoria Democrática, Jesús Jurado, ha afirmado que la represión «no sólo fueron asesinatos y desapariciones», ya que el régimen franquista «también utilizó a miles de prisioneros políticos para realizar trabajos forzados, en condiciones terribles, padeciendo hambre y maltratos constantes en campos de concentración». «Es de justicia investigar en profundidad, para conocer la magnitud de la represión, y como homenaje a todos los que sufrieron represalia por creer en un sistema democrático y republicano», ha remarcado.