Paramuricea clavata (gorgonia roja) con zona donde han muerto los pólipos y han dejado al descubierto el esqueleto desnudo. | Observadores del Mar

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El fondo del mar balear está lleno de colores, no hace falta viajar hasta Australia para encontrar un fondo marino repleto de corales. Una biodiversidad en los últimas décadas se ha visto gravemente amenazada por los impactos del cambio climático y la sobrepesca, sobre todo del coral rojo por su interés comercial, que poco a poco se destiñe como consecuencia del calentamiento global de las aguas. La temperatura del mar sube y sube, mientras se produce una muerte silenciosa de muchas de las especies.

Desde el 1999 se están dando aumentos de eventos de mortalidad masiva de corales y gorgonias ya que son especies que sufren mucho estrés térmico, es decir, que les afecta enormemente las olas de calor. Por suerte, todavía quedan espacios por cuidar y disfrutar. En Mallorca se pueden encontrar pequeños arrecifes de coral de unos 30 metros de profundidad y con una distribución muy localizada, sobre todo por el norte de la isla. Sin duda, este colorido le da un toque tropical al Mediterráneo donde podemos encontrar más de 150 especies; algunas de ellas más asequibles de ver a unos cinco o diez metros de profundidad, otras ya son especies coralígenas de aguas frías a unos 800-1000 metros, según Observadores del Mar, el portal de ciencia ciudadana para la investigación marina.

Los corales de profundidad ocupan unas batimetrías y distribuciones geográficas muy amplias de hasta más 1.600 m de profundidad. Zonas con alta y variada distribución de especies vulnerables son el cañón de Son Bou (Canal de Menorca), Cap de Formentor, el escarpe Émile Baudot y las montañas submarinas de Ses Olives y Ausiàs March, en estas últimas también se pueden localizar volcanes dormidos. El blanqueamiento de los corales no solo afecta al Mediterráneo sino que se trata de un fenómeno global que también está golpeando duramente Estados Unidos, especialmente Hawai, Guam, las Islas Marianas del Norte, los Cayos de Florida, las Islas Vírgenes de Estados Unidos y Puerto Rico.

Un ejemplo de los impactos del cambio climático y sus consecuencias sobre el coralígeno puede verse en el Parque Nacional de Cabrera, donde las poblaciones de la gorgonia roja (Paramuricea clavata) se encuentran seriamente afectadas tras dos anomalías térmicas positivas. El archipiélago de Cabrera, considerado el mayor parque protegido de España (90.800 hectáreas), es un santuario para cetáceos, grandes peces migradores, así como para bancos de corales profundos y una importante zona de alimentación para las aves marinas. El parque también da cobertura a los ecosistemas marinos más superficiales, que incluyen las praderas de Posidonia oceánica y un escarpe –vertiente de roca que corta el terreno submarino abruptamente– que alcanza hasta casi 2.200 metros de profundidad, donde ese pueden encontrar corales de aguas frías.

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Más allá de los fondos coralígenos —allí donde el ambiente lumínico no permite el crecimiento de las algas coralináceas que construyen el hábitat coralígeno—, los fondos de corales de profundidad muestran una elevada riqueza en invertebrados marinos sésiles. Los corales de profundidad crean hábitats muy complejos estructuralmente, aunque, por lo general en el caso del Mediterráneo, sin un sustrato biogénico carbonatado de la magnitud del coralígeno, explican en el informe Mar Balear 2021, elaborado por la Fundació Marilles, junto con el CSIC y la Universitat de les Illes Balears. Su papel ecológico es relevante por debajo de la plataforma continental donde, en el caso de Baleares, promueve una gran biodiversidad de especies asociadas entre las que se encuentran especies de peces e invertebrados de interés comercial.

Los corales y gorgonias son animales invertebrados, forman parte del grupo de los cnidarios, como las medusas. Los corales son rígidos y crean arrecifes, en cambio, las gorgonias forman bosques submarinos. Entre las cosas más curiosas de su biología, está su reproducción. Son especies dioicas, es decir, forman unas colonias que son machos y otras colonias que son hembras, pero no se puede distinguir a simple vista. Se empiezan a reproducir al calentarse el agua, entre mayo y junio, liberando óvulos y espermatozoides al mar; aunque algunas especies, como el coral rojo o la gorgonia blanca, se fecundan internamente dentro de los pólipos para luego expulsarlo al mar. El color es otro de los aspectos característicos de estas especies y algo muy singular. Un caso curioso es el de la gorgonia roja, aunque su nombre indica una tonalidad la podemos encontrar en tonos más lilas en las profundidades y también en amarillo. El motivo de esta diversidad de colores es toda una incógnita para los investigadores.

La mayoría de corales de profundidad tienen estructuras arborescentes frágiles y con tasas de crecimiento lento. La actividad humana, especialmente la pesca, sobre todo la de arrastre y, en general, las artes de contacto de fondo, supone una gran amenaza para estos frágiles ecosistemas, cuya recuperación ante una perturbación es muy lenta debido a las tasas de crecimiento bajas. Estos agentes externos han reducido la gran complejidad de estos hábitats, promoviendo la disminución de la densidad de sus poblaciones. Muchas de las especies de corales del Mediterráneo están incluidas en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), en la que algunas están declaradas en grave peligro de extinción.

Ante esta situación, la investigación brida una nueva oportunidad para cuidar aquello que nos rodea. Existe un tipo de recuperación de corales denominada rejuvenecimiento con la que se ha visto como individuos que parecían muertos, han vuelto a resurgir, aunque necesitan tiempo y mejora de sus condiciones externas. Desde Observadores del Mar piden ayuda ciudadana para salvar los corales de nuestro mar, aquellos que realizan inmersión pueden fotografiarlo y notificar su estado y localización a través de su plataforma.