El exconseller de la Generalitat, Josep Rull. | Teresa Ayuga

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«Estoy impactado en lo personal e indignado a la vez, aunque tengo esperanza». El exconseller de la Generalitat, Josep Rull, uno de los presos del indultados, valora desde Palma la detención del expresident Carles Puigdemont: «En lo personal estoy angustiado porque yo he estado en prisión y sé lo que significa y las consecuencias que puede tener este proceso y por la amistad personal que le tengo». Rull fue conseller de Territorio y Sostenibilidad en el ejecutivo del ahora arrestado.

El exconseller presentó este viernes en Manacor el libro 1 día d’octubre i 2 poemes, que el día anterior llevó a Palma mientras se producía en Italia la detención de Puigdemont. «Es inaudito que un eurodiputado sea detenido de esta manera cuando hay un procedimiento abierto ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea», afirma. Sin embargo, espera que el proceso no desemboque en la extradición y en un juicio en el Supremo similar al que él vivió: «Mantengo también la esperanza por la movilización del pueblo catalán, que ya ha demostrado que tiene esa capacidad y en que la justicia italiana y europea puedan impedir esta infamia», añade. Considera que lo ocurrido supone una «vulneración de los derechos políticos».

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Rull afirma que la detención devuelve al estado español a la senda de la represión «usando atajos»: «La Abogacía del Estado dice que se ha levantado la orden europea de detención pero el Supremo asegura que se mantiene en vigor. Al final están desautorizando a las instituciones europeas» y espera que esta vía para la extradición vuelva a fracasar como la anterior detención de Puigdemont.

Señala que el recurso a la represión denota que la democracia española es «débil» y se refugia en esa vía: «Es muy difícil dialogar cuando se busca hacer desaparecer al interlocutor», añade en torno a las consecuencias que el arresto puede tener para la mesa de diálogo entre la Generalitat y el Gobierno de Pedro Sánchez. «Una democracia fuerte soluciona sus problemas por las vías del diálogo y con otras reglas del juego y eso no lo está haciendo el Estado Español», concluye.