El ‘llogaret’ de Biniarroi ocupa un enclave privilegiado del municipio de Mancor de la Vall.

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Este año se ha cumplido el 300 aniversario de uno de los episodios geológicos más llamativos de la historia de Baleares. Al menos, es el mayor deslizamiento de tierras conocido en las Islas.

Fue entre los días 24 y 29 de marzo de 1721 cuando tuvo lugar en Biniarroi, en Mancor de la Vall, un deslizamiento que afectó a unos 300.000 metros cuadrados de tierras de labor, modificando totalmente la topografía original de la zona.

Este deslizamiento y reactivaciones posteriores en los años 1816, 1857 y 1943, todas ellas de menores dimensiones, determinaron el abandono de este pequeño núcleo de población y de sus tierras de cultivo.

Rosa María Mateos, del Instituto Geológico y Minero de España, y Jordi Giménez, de la Direcció General de Recursos Hídrics de la Conselleria de Medi Ambient, hicieron un completo estudio sobre el episodio, al que no dudaron en calificar como «el movimiento de ladera más relevante de Balears, tanto por sus dimensiones como por los daños y efectos que causó».

Realmente, el deslizamiento no afectó directamente a las viviendas del llogaret, pero sí a sus fértiles tierras de cultivo, que constituían el único sustento de la población. Un molino sí apareció destrozado lejos de su ubicación original.

A partir del movimiento de ladera y sus reactivaciones posteriores, el abandono de Biniarroi, como ya es sabido, perduró hasta finales de los años 90 del pasado siglo, cuando se inició la restauración de algunas de las casas como segundas residencias.

300 años del mayor deslizamiento de Baleares
Mapas originales de 1721 del deslizamiento, del ingeniero Pedro Montellano.

A principios del siglo XVIII, Biniarroi era un llogaret formado por 13 casas y por entonces estaba adscrito al municipio de Selva. En Biniarroi predominaban el olivar y los pequeños huertos de hortalizas y legumbres.

Al amanecer del 24 de marzo de 1721, los habitantes de Biniarroi empezaron a detectar hundimientos anómalos del terreno y, posteriormente, surgencias de agua que aparecían y desparecían.

Los estragos continuaron durante varios días y no hace falta decir que los habitantes de Biniarroi asistieron, si no huyeron del lugar, entre asombrados y espantados a la transformación completa de las tierras y del paisaje que habían conocido durante todas sus vidas. Los marges trabajados durante generaciones se derrumbaron estrepitosamente.

Parece que el factor desencadenante del hundimiento fue que el invierno anterior fue muy lluvioso. El párroco de Selva en la época, Llorenç Coch, detalló que unos días antes del deslizamiento, concretamente el 18 de marzo, nevó en todas las cumbres de Mallorca y se llenaron todas las cases de neu de la Isla.

Restauración de casas desde hace tres décadas

Tras el hundimiento de 1721, los habitantes de Biniarroi abandonaron el llogaret. Al tratarse de tierras fértiles, hubo tímidos intentos de retorno, pero los nuevos deslizamientos del siglo XIX y el último de 1943 hicieron que el abandono fuera total hasta los años 90 del pasado siglo, cuando se inició la restauración de algunas casas para convertirlas en segundas residencias. Actualmente, Biniarroi es un enclave privilegiado de Mancor.