El presidente de la Cooperativa d'Aportecaris, Eladio González.

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La retirada de las mascarillas en exteriores en España, desde este 26 de junio, reducirá a buen seguro la demanda de estos productos en las farmacias. Hoy nos despedimos -sólo para su uso al aire libre, y con algunas excepciones- de la mascarilla con cierto sentimiento de hartazgo, pero hace un año para muchos hacerse con una unidad casi era como haber adquirido un tesoro; y considerado tal se llegaron a pagar a precio de oro. Eladio González Miñor (Oviedo, 1949) es el presidente de la Cooperativa d’Apotecaris desde 2002, asimismo está al frente de la Unión Farmacéutica Balear (UFB) y Balear de Medicamentos S.A. Recuerda lo complicado que fue en plena primera oleada de la COVID-19 satisfacer la demanda y cómo se trabajó para traer material a las Islas desde la otra parte del mundo. Dar respuesta a la necesidad sanitaria fue la prioridad para la cooperativa y un año después así se refleja en las cuentas.

La oferta de mascarillas hoy por hoy es grande, variada y el mercado ofrece de todos los precios, nada que ver con el desabastecimiento con el que nos encontramos al inicio de la crisis sanitaria. ¿Cuándo se acusó el desabastecimiento?

-En febrero de 2020 ya se empezó a hablar del tema, pero no fue hasta el mes de marzo que, ante las informaciones que empezaron a difundir las autoridades sanitarias sobre el impacto creciente de la pandemia, no empezó a detectarse una creciente demanda de mascarillas por parte de la población balear. Fue, en gran medida, una consecuencia directa del notable desequilibrio que se produjo entre la oferta y la demanda de unos artículos que, como era el caso de las mascarillas, apenas habían tenido, hasta ese momento, una salida comercial relevante. Hasta entonces su rotación era muy baja y sus niveles de stock muy limitados, de ahí que un aumento repentino de la demanda tuviera que generar, necesariamente, fuertes tensiones al alza.

¿A quiénes recurrieron para poder responder a esa demanda?

-En principio recurrimos a nuestros proveedores habituales -que siempre son nacionales- aunque pronto constatamos que no estaban en disposición de suministrarnos el producto.

¿En esas circunstancias sólo China podía responder?

Fuimos sondeando el mercado en busca de otros proveedores autorizados, aunque al final quedó demostrado que todos, de una manera u otra tuvieron que negociar con fabricantes de China, donde se concentró la mayor parte de la producción de mascarillas desde el primer momento. De hecho, y ante la excepcionalidad del momento, la patronal de la distribución farmacéutica a nivel nacional, FEDIFAR, optó, como fórmula de emergencia, por negociar con el más importante fabricante chino de mascarillas la importación de una partida de 24 millones de unidades, lo que supuso en su momento un notable esfuerzo logístico y económico por parte del conjunto del sector.

¿No hubo mediación directa con otros países?

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-Nosotros no negociamos nunca con fabricantes o distribuidores chinos, sólo con proveedores nacionales debidamente homologados y con las debidas garantías sanitarias en cuanto a la calidad del producto. De hecho, nuestra prioridad siempre fue que las mascarillas que adquiríamos a través de nuestros proveedores nacionales cumplieran siempre los requisitos que exigían las autoridades sanitarias. Y mientras llegaban los pedidos desde China, los almacenes mayoristas procuramos hacernos con las mascarillas -pocas- que todavía se podían encontrar en Europa. Así, en la Cooperativa logramos traer algunas desde Portugal.

¿Cuánto llegaron a dispararse los precios por unidad, aproximadamente?

-El proceso de subida y bajada de precios fue muy dispar y en función siempre del tipo de mascarilla de que se tratase, aunque es cierto que en algunos momentos, y por la fuerte presión de la demanda, llegaron a venderse mascarillas a precios que oscilaron entre 5 y 8 euros la unidad: no había disponibilidad de mascarillas en el mercado y eso disparó su precio, sobre todo al principio de la pandemia.


¿En qué momento se logró estabilizar el mercado, y sobre todo disponer de un stock importante para satisfacer las necesidades?

-En el caso de las mascarillas quirúrgicas, la situación se empezó a estabilizar coincidiendo con la llegada de la primera partida realmente importante procedente de China, aproximadamente durante la tercera semana del mes de abril del año pasado.

¿Qué tipo de mascarilla ha sido la más demandada?

-Ha habido diferentes momentos. Al principio las más solicitadas fueron las KN95 (en su nomenclatura china), pero posteriormente empezaron a coger mayor fuerza de venta las mascarillas quirúrgicas, aunque en todos los casos se siguieron las indicaciones de las autoridades sanitarias a la hora de determinar la idoneidad de las mascarillas en sus distintas tipologías. También hay que tener en cuenta que el precio de estas mascarillas fue muy pronto intervenido por el Ministerio de Sanidad, lo que ayudó a las familias a poder disponer del producto a un precio menor, reconduciendo así la situación de sobreprecios que veníamos sufriendo.

El mercado de la mascarilla ha tenido un boom. Tenemos mascarillas de todo tipo, de venta en multitud de espacios, de todas las formas y colores. ¿De qué manera ha afectado eso a la demanda de las farmacias y, en consecuencia, en la compra a proveedores?

-En lo que respecta a la Cooperativa d’Apotecaris, la gran demanda de mascarillas en la primera fase de la pandemia implicó un gran esfuerzo por nuestra parte, a fin de evitar unos potenciales -e indeseados- escenarios de desabastecimiento a las farmacias y, en consecuencia, a los ciudadanos de nuestra comunidad. Ese esfuerzo ha terminado derivando en sacrificio económico por parte de la Cooperativa d’Apotecaris, porque al coincidir el sobre estocaje de mascarillas con los precios intervenidos por la administración sanitaria, el resultado ha sido un exceso de stock y las consiguientes pérdidas económicas para nuestra entidad en lo que se refiere a las mascarillas. Es, en cierta manera, un efecto colateral de la pandemia, derivado en parte del hecho de que hemos priorizado, en todo momento, criterios sanitarios por encima de los puramente mercantiles, en un escenario de emergencia sanitaria sin precedentes como el que hemos vivido.