Damià Pons, en la estación del tren de Sóller. | Jaume Morey

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Conseller de Cultura del Consell de Mallorca (1995-1999) y también conseller d’Educació del Govern (1999-2003), Damià Pons cierra estos días una actividad que, de verdad, le apasiona: la docencia. Este ha sido su último curso como profesor en la UIB. Doctor en Filología Catalana (1997) por la Universitat de Barcelona, daba clases de literatura catalana contemporánea en la UIB. Este jueves impartió su última clase; ayer por la mañana aún corregía exámenes en su casa de Campanet y, por la tarde, acudió al primer acto presencial de Més per Mallorca. Cuenta Damià Pons (que se jubila con 70 años) que la política fue un paréntesis y que siempre se ha dedicado a la docencia y a la investigación. Y en la investigación seguirá. De hecho, asegura que «técnicamente» es un jubilado que investiga.

Llegó la jubilación.

—He cumplido 70 años y llevo 45 de clases, en los que tengo que incluir una excedencia por mi paso por la política.

¿Cómo recuerda esa época?

—Apasionante. Creo que se hicieron cosas muy interesantes, pudimos hacer cosas muy positivas, fueron unos años intensísimos aunque hubo cosas que se quedaron sin hacer.

¿Por ejemplo?

—Todas las que tienen que ver con la falta de presupuesto. La lista sería larga.

Recuerdo que una vez me dijo que cualquier conseller siempre tiene enfrente al de Hacienda.

—Y eso es así. Hay cuestiones que no se consideran esenciales y que lo son. Hacen falta recursos para la investigación, los archivos y las bibliotecas. La educación y la cultura son un servicio esencial y necesitan recursos como la sanidad. No se paran y siguen funcionando, como nos ha enseñado la pandemia.

¿En qué sentido?

—Había dudas de lo que iba a suceder con la vuelta de las clases. Y la realidad es que en el ámbito escolar no se han generado contagios. Ha habido mucha responsabilidad por parte de profesores y alumnos. El primer año nos acostumbramos a las clases no presenciales pero es que, al menos en la UIB, las clases han sido éste presenciales y, más allá de la incomodidad de la mascarilla todo ha salido muy bien. Ayer  [por el jueves ] con mis alumnos nos hicimos una foto sin mascarilla y pudimos vernos todos las caras. Va a ser un buen recuerdo ese momento. He tenido mucha suerte en la UIB. Esa experiencia ha sido muy satisfactoria, igual que la literatura que es otra de mis pasiones.

¿Les aprobará?

—He tenido un curso magnífico. Me sorprendería que quienes han puesto tanto empeño no aprobaran. Pero quienes no tengan que aprobar, no aprobarán.

¿A qué se dedicará a partir de ahora?

—Técnicamente seré un jubilado a partir de septiembre cuando empiece el nuevo curso; un jubilado que investigará. Me dedicaré a eso y a escribir. Estoy con la biografía de Miquel dels Sants Oliver.

¿Nos descubrirá algún aspecto nuevo?

—Cada vez he perfilado más cuál era su ideología. No es fácil sintetizar su núcleo de pensamiento básico.

¿Y cuál fue su ideología?

—Cambiante. Primero un liberal regeneracionista y regionalista que poco a poco fue haciéndose más conservador y que, al final, era profundamente antirevolucionario. He escrito muchos artículos sobre su trayectoria, creo que completaré el perfil. Hay algo que me parece interesante: su postura y la de Gabriel Alomar ante la Gran Guerra.

Le ha quedado tiempo para acudir a la presentación de la estrategia de futuro de Més. ¿Cómo ve a su partido?

—Un partido político en transformación y adaptándose a la nueva realidad.