El pub de los dos empresarios está ubicado junto al Marítimo, en la calle Monseñor Palmer de Palma. | Jaume Morey

TW
8

Los dos responsables de un conocido pub irlandés de Palma, situado junto al Passeig Marítim, han sido condenados a tres años de cárcel por fingir una situación de insolvencia para impedir devolver 102.000 euros que les había dejado una mujer para poner en marcha el establecimiento. La sentencia obligaría al ingreso en prisión de ambos hermanos de nacionalidad española porque valora, tanto la cuantía del dinero defraudado, como la especial situación de vulnerabilidad en la que quedó la víctima, que perdió su vivienda al no poder hacer frente a la hipoteca y que sufre graves secuelas psicológicas por los hechos.

De acuerdo con los hechos que declara probados la sentencia, la afectada era amiga de uno de los dos acusados y le prestó 27.000 euros para que pudiera ampliar el establecimiento. Como no le devolvió el dinero le interpuso una demanda y un juzgado de Primera Instancia obligó en 2008 a este empresario a entregar el dinero. Sin embargo, un año después, el Ajuntament de Palma clausuró el local por una infracción grave. El acusado le dijo a la víctima que, si no le dejaba más dinero, no podría hacer frente a los gastos que le implicaba poder reabrir y que ella perdería todo el dinero. La víctima acudió a prestamistas y suscribió una hipoteca sobre su vivienda para poder reunir otros 45.000 euros y dejárselos a su amigo.

Con las dos deudas abiertas, la afectada volvió a acudir a los juzgados para reclamar el pago. Entre otras medidas pidió el embargo de los derechos de traspaso del local y se ordenó un embargo de los bienes del empresario. Entonces fue cuando este puso en marcha una estrategia para fingirse insolvente junto al otro acusado, su hermano. Ambos compraron una sociedad que estaba inactiva y pusieron a un testaferro como administrador. Esta mercantil se hizo cargo de la gestión del pub de forma ficticia y el deudor simuló estar completamente arruinado.

La magistrada señala que el establecimiento sigue abierto, al menos lo hizo hasta la pandemia y con notable éxito. Valora como indicio del fraude que toda la plantilla siga siendo la misma.

También ha sido clave en la sentencia la declaración del asesor fiscal del principal acusado quien reconoció que le hablaron de la constitución de la sociedad ficticia. La víctima, representada por el abogado Miguel Ángel Cardell, relató como se arruinó a raíz de estos préstamos mientras que el acusado «siguió viviendo con todas sus comodidades».

También relató que vive a unos doscientos metros del local y que veía como el empresario iba cada día a recoger la caja del establecimiento. A raíz de los hechos sufre una depresión porque «no se perdona haber caído en este enredo». La sentencia puede ser recurrida ante la Audiencia.

«Un local emblemático muy bien situado»

La sentencia destaca que el bar «es un local emblemático muy bien situado que siempre ha tenido buena clientela y buenos ingresos». El establecimiento, a pesar de un cierre por una infracción de las licencias municipales, ha funcionado de forma ininterrumpida desde hace dos décadas y, de hecho, tiene prorrogado el alquiler del local durante 25 años más, señal, para la juez, de que es un buen negocio.