Imagen de archivo del acceso de alumnos y padres a un centro educativo de Baleares. | Daniel Espinosa

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Baleares tenía en junio del año pasado un total de 2.320 alumnos integrados en la llamada Alerta Escolar, es decir, alumnos con enfermedades crónicas que pueden provocar una urgencia vital en un momento determinado. Estos alumnos serían el 1,5 % del total.

La directora general de Primera Infància, Innovació i Comunitat Educativa, Amanda Fernández, ha explicado a este periódico que «en Alerta Escolar se incluyen cinco patologías: alergias con anafilaxia, epilepsia y otras convulsiones, asma, cardiopatías congénitas y diabetes. En los centros con alumnos incluidos en la Alerta Escolar se ofrece una información específica al profesorado para que pueda prestar, en caso de necesidad, una atención adecuada al alumno mientras llega el 061. En cualquier caso, a través del programa Cooreducasalut -coordinación entre la Conselleria d’Educació y la Conselleria de Salut-, los respectivos centros de salud tienen controlados e identficados, con sus respectivos historiales clínicos, a todos los alumnos que presentan patologías».

Fernández señala que «a los docentes se les ofrece anualmente formación genérica sobre estas patologías y primeros auxilios, pero también se les imparte una formación más específica sobre el modo de actuar en caso de ocurrir una situación de urgencia. A estas formaciones, de las que se encargan los Puntos de Atención Continuada -PAC- de referencia de cada centro, se les ha añadido en el presente curso un apartado referido al coronavirus».

En junio de 2020, todos los centros públicos, concertados y privados de Baleares con alumnos que sufren cardiopatías congénitas, un total de 130, contaban con un desfibrilador. Según la directora general, «nuestro objetivo, en un plazo de dos cursos, es que todos los centros educativos de Balears -424- cuenten con desfibrilador. La dotación de estos aparatos que restablecen el ritmo cardíaco normal se realizará en dos licitaciones y la primera se convocará en este mismo año».

Imprevisto

Fernández considera que «todos los centros deben disponer de desfibrilador no sólo para los alumnos con cardiopatías, sino para cualquier persona de un colegio o instituto que pueda sufrir un problema imprevisto».

La directora general indica que «estas dolencias pueden influir en el rendimiento académico del alumno, pero hacemos todo lo posible para que no haya una incidencia. Desde luego, la situación actual no tiene nada que ver con épocas anteriores, cuando estos alumnos tenían problemas para integrarse en el sistema escolar o ni siquiera podían entrar en él. Además, con la formación recibida, los docentes se sienten más seguros si entre sus alumnos se encuentra alguno con estas patologías».