La presidenta Francina Armengol.

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La tercera ola se ha llevado muchas cosas. Sin duda, demasiadas vidas, pero también parece haber dejado más o menos claras las instrucciones de como se maneja una pandemia. Con cierta restrospectiva, es más o menos fácil detectar errores y aciertos, aunque es evidente que algo hemos aprendido.

La búsqueda de la manida normalidad está resultando tan compleja como frustrante. Sanitariamente rehabilitada (o en el camino) pero con su PIB por los suelos, Baleares se enfrenta a uno de los mayores retos de las últimas cinco décadas: Debe seguir rebajando la incidencia del virus y poner en marcha su motor económico.

Llegados a este punto, es evidente que cualquier otra cosa proyectaría un escenario especialmente doloroso. Desde el boom turístico, el "bienestar" de las Islas ha estado íntimamente vinculado a la salud económica de sus mercados emisores, su particular termómetro económico.

Este aspecto le ha permitido vivir relativamente al margen de las crisis que si azotaron con dureza a otras regiones de España. No es el caso actual. Con el foco puesto en la próxima temporada turística, Francina Armengol escenificó este jueves la trascendencia de la partida que se ha empezado a jugar.

Se trata de salvar vidas y reactivar la economía, un aspecto que implica salvar a toda costa la próxima temporada turística. Para ello, el mensaje de la presidenta tras la reunión de la Mesa de Diálogo Social fue claro y contundente: Esta vez la desescalada será más lenta, pero probablemente también más fiable.

Es imposible que el «poc a poc» que lleva implítico el discurso de Armengol convenza a todos, pero es evidente que tiene base y consistencia estratégica. Sólo hay que echar la vista hacia atrás para convencerse de ello.

La líder del Govern ha aludido a la necesidad de «salvar puestos de trabajo», que los ciudadanos puedan abonar sus hipotecas y que la gente «tenga su cesta de la compra asegurada» para afrontar el próximo invierno. Y eso, guste o no, pasa por la llegada de turistas. «Debemos ser muy conscientes de lo que nos jugamos como sociedad».

La desescalada británica detallada por Boris Johnson o el reciente anuncio de Merkel sobre el pasaporte sanitario son buenas noticias para Baleares, que ahora debe esforzarse en cumplir su parte del trato.