Francesc Tur. | Redacción Local

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El historiador Francesc Tur lanza su vista al pasado buscando las injusticias dobles de la historia. Aquellas que vivieron quienes «sufrieron y, además, fueron olvidados, lo cual es como una doble muerte», afirma. Eso fue lo que le impulsó a recopilar en La guerra invisible (Calumnia Edicions) varios de sus artículos publicados sobre marroquíes, gitanos y afroamericanos durante la Guerra Civil. El objetivo es aportar su granito para dar a conocer el papel que jugaron «gentes que no aparecen en los libros de historia».

¿Por qué la Guerra Civil?
— Es un periodo muy interesante y que me resulta fascinante. Además del enfrentamiento entre el fascismo y la democracia que se dio un poco antes que en el resto de Europa, en España hubo una revolución, sobre todo en Barcelona y en el bando republicano de Aragón, que fue muy interesante y olvidada y tiene que ver con un cambio en las estructuras sociales, que no había ocurrido hasta ese momento.

¿En qué consistió esa revolución?
— Pues por ejemplo, hubo una experiencia de gobierno libertario muy interesante y un intento de cambiar la situación de la mujer con los liberatorios de prostitución que intentaron acabar con esa práctica. No pudo ser, pero al menos se intentó y fue algo muy novedoso. Tiene mérito recordar a quienes lo intentaron.

¿Cómo cree que nuestra sociedad trata la historia?
— Hoy en día se banaliza mucho el sufrimiento de la gente con tantas comparaciones históricas. Por poner un ejemplo, ocurre con la palabra colonia. La gente la utiliza con mucha alegría, pero ¿sabe alguien lo que es vivir en una colonia? Si lo supieran irían con cuidado. A mí me parece insultante establecer comparaciones con quien realmente vivió en un régimen colonial e ignorar lo que sufrieron, al margen de lo que se esté criticando. Por eso digo que hoy en día se banaliza mucho todo y se utiliza la historia como arma arrojadiza.

El libro se centra en los colectivos de moros, gitanos y afroamericanos, ¿por qué ellos?
— Son gente olvidada por la historia o, al menos, no suele conocerse. Por ello, rescatarla es hacer historia desde abajo, hablando de quién ha sufrido y fue olvidado. Eso es como una doble muerte porque lo pasaron muy mal y ni siquiera son recordados.

¿Qué episodios relevantes se narran en el libro para, por ejemplo, el colectivo de marroquíes?
— Lo que hago, principalmente, es analizar quién era esta gente. En el caso de los moros puede sorprender a priori que luchen con Franco cuando habían combatido a los españoles pocos años antes. La pregunta es, ¿por qué vinieron? Y la respuesta es que por hambre. Se les ofrecieron pagas y comida. Además, presentaron a los republicanos como los sin-Dios. Los sublevados jugaron muy hábilmente.

¿Por qué puede sorprender?
— Porque es contradictorio ya que el régimen franquista no reconoció la libertad de culto y persiguieron a protestantes y testigos de Jehová. Probablemente no les haría gracia que fueran musulmanes, pero era una cuestión de maquiavelismo. Incluso se construyó un templete musulmán en Córdoba porque en el fondo necesitaban efectivos.

¿A qué se debe que los afroamericanos combatieran en España?
— En 1935, Etiopía fue invadida por Mussolini. Se consideró como el último país con líderes negros que caía, y los afroamericanos vieron en la Guerra Española una lucha contra ese fascismo.

Es, quizá, el episodio menos conocido, ¿qué puede contar de él?
— En España fue la primera vez que soldados blancos y negros americanos lucharon juntos y que llegaban a puestos de mando. Esto se debería conocer más.