Una vacuna contra el coronavirus. | ANDREJ CUKIC

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Quiero que el plan de vacunación funcione. Y que no se vacune a quien no dice el plan. Y que se haga con el ritmo que se tiene que hacer. Y que los laboratorios no se escaqueen en entregar las vacunas que necesitamos a tiempo. Y que las farmacéuticas incrementen el ritmo de entrega. Y que podamos llegar lo más pronto posible al número de personas que necesitamos para tener una inmunidad colectiva. Y que los gobiernos pongan todos los medios y recursos para poder vacunar a buen ritmo. Y que se contraten profesionales para apoyar a las enfermeras a vacunar. Y que se pongan como mínimo 6 inyecciones a 6 personas de cada vial. Y...

Somos un país en que la gente se cuela. Somos un país en que la gente se cuela hasta en la cola de ir a comulgar. Y como no, se cuelan en la cola de la vacunación. Hemos visto a consejeros, a alcaldes, a concejales, a obispos, a Jefes del Alto Estado Militar de España, a responsables del ámbito de la Guardia Civil, a trabajadores no relacionados con el sector sociosanitario de primera línea… Y leo: «El obispo de Mallorca se vacuna en una residencia de sacerdotes pese a no ser trabajador ni usuario». Cómo puede ser que el Obispo de Mallorca se cuele en estas historias de vacunación. Y menos diciendo que «Pensé que daba ejemplo al vacunarme».

Y eso me ayuda a decir que España no funciona. Y digo que no funciona porque si funcionara no pasarían estas cosas y estos casos. Entiendo el miedo. Entiendo que todas las personas queramos vacunarnos. Y también digo que debemos vacunarnos cuando nos toque.

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Me parece que estos signos de egoísmo no son buenos para nadie, porque estamos generando dinámicas negativas de un proceso de vacunación que necesitamos que funcione y tenga éxito. El Ministerio de Sanidad estableció que los primeros que recibirían las vacunas contra el Covid-19 serían los residentes de los centros de mayores y personal sanitario y sociosanitario. Estos ciudadanos empezaron el pasado 27 de diciembre a vacunarse con las primeras dosis de la vacuna de Pfizer, y en las últimas semanas se ha incorporado también la vacuna de Moderna.

La vacuna se ha convertido en un bien preciado, probablemente, la única esperanza para acabar con la pandemia. Es indignante el trapicheo o la picaresca al que se asistimos durante estos días mientras las personas más vulnerables esperan impacientes su turno de inmunización. Y cuando digo el trapicheo o la picaresca, no me refiero a la vacunación que han recibido algunos responsables, ya que ellos y ellas son también personal de los centros, profesionales que trabajan para conseguir parar esta pandemia. No hagamos demagogia. No es bueno para que el plan de vacunación funcione.

Por favor, sigamos el orden. No nos colemos. Vacunémonos cuando nos toque. Que el plan de vacunación funcione.