Francina Armengol durante una comparecencia ante los medios. | ARCHIVO

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El asunto no es para frivolizar, pero Armengol ha marcado al fin su gol. Se jactó de ello en su cuenta personal de Twitter, aunque obvió que fue en los últimos minutos de la prórroga y de penalti. «Ho negociàvem amb l'Estat. Ho hem aconseguit», escribió la presidenta este viernes, poco después de oficializar que el 20 de diciembre se activará el blindaje sanitario de los puertos y aeropuertos de Baleares.

Aunque la medida llega con un retraso atómico y con resultados epidemiológicos preocupantes, hay que reconocer la insistencia de Francina Armengol ante las extrañas tribulaciones del Gobierno central.

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Con matices y curvas, desde que se inició la pandemia de la COVID-19, Baleares había logrado ejercer cierto control sobre el virus, pero es evidente que hasta ahora también había fracasado en dos frentes: el cumplimiento de la retahíla de normas que ha ido tejiendo y el control de los viajeros nacionales.

La segunda brecha parece solucionada. Y sin ningún coste añadido para los residentes, que podrán realizar la prueba PCR que se exigirá a casi todo hijo de vecino para entrar en Baleares en distintos centros de la península o ser sometido a un test de antígenos rápido en el propio aeropuerto.

Ante esto, hay que felicitar a Francina Armengol por su tanto, pero también hay que lamentar el tiempo perdido. Ahora hay que volver a domar el coronavirus sin agudizar el hundimiento de la economía. Casi nada. Buen gol.