Francina Armengol durante la rueda de prensa.

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Los números y estadísticas dejan bastante claro que la situación epidemiológica en Baleares atraviesa por un ciclo de estancamiento, aunque con bastantes indicativos de empeoramiento en Mallorca. La pandemia parece indomable y la catarata de normas y prohibiciones ha tenido una incidencia relativa.

Después de una larga convivencia con el virus, es bastante probable que una gran parte de la ciudadanía todavía no tenga claro lo que puede hacer o dejar de hacer, aunque no hay que responsabilizarles, es prácticamente imposible. Como la famosa lista de los reyes Godos. Otro problema añadido es que a casi nadie parece preocuparle en exceso. Ni explicarlo bien, ni tampoco velar por su cumplimiento.

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La retahíla de reglas y conductas ha sido tan cambiante y extensa que no es sencillo aclararse. El Govern decretó este miércoles avanzar dos horas el toque de queda en Mallorca. En este caso, la indicación es clara, a las diez de la noche hay que estar en casa (antes era a las doce), el asunto es que apelar al civismo y a la responsabilidad personal no es suficiente. Al menos hasta ahora.

De un tiempo a esta parte, no es habitual encontrarse con algún policía en Palma. Ni de día, ni de noche. Ya no se trata de multar a las primeras de cambio, pero si de persuadir ciertas donductas y también de realizar una labor didáctica.

Armengol ha decretado un nuevo toque de queda. Es probable que la incidencia de la COVID-19 lo aconseje, pero ahora es necesario que se cumpla. Y en este punto es donde se fastidia el invento...