Los menores piden un mayor contacto con su tutor, «yo hace un año que no le veo», dicen.

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«Lo primero que haría es hablar con quien se ha fugado porque te puedes ir por un enfado, o por la familia... Y ya, según el motivo que tenga, pues o se castiga o se mira de arreglarlo de otra manera».

P. F. M. tiene 16 años y es una de las representantes de los menores de los servicios de acogida del Institut Mallorquí d’Afers Socials (IMAS) en el Consell de la Infància i l’Adolescència que esta semana ha presentado su memoria anual.

Reconocen que en este foro de debate llevan los temas que más malestar generan en los centros de proteción o bien entre los niños que están con familias de acogida. Así es como surgen las quejas, por ejemplo, sobre el trato que reciben del educador, una figura que en ocasiones ven como sobreprotectora y en cierta manera hasta negativa.

En las percepciones de los menores que recoge la memoria, hay una petición expresa a que no se utilicen tanto los castigos, «sobre todo en el tema de las fugas». Por otra parte, los menores lamentan la percepción social que existe de los centros pues se interpreta como un castigo.

El Consell se reune una vez cada dos meses. Los representantes coinciden en señalar que «el referente» es el tema del que más se habla. Un referente es el tutor o la persona que lleva a cada niño. A., que tiene 12 años, explica que «es a quien le decimos lo que nos gustaría hacer» y especifica que «queremos tener más contacto». En este sentido, otra de las representantes (L.) explica que «a veces pedimos hablar con él y me contestan que le enviarán un mensaje pero no viene hasta el mes siguiente». En su caso, «yo hace un año que no le veo y lo pido. Nos dicen que lo tienen que hablar con los que mandan».

Y entre los que mandan está la directora general de Infància i Família, Mari Ángeles Fernández, que reconoce un problema «que me encontré al llegar», y que se está trabajando en dar una mayor estabilidad a la plantilla. «Cada referente llevaba una media de 60 casos y ahora vamos bajando para que sean entre 30 y 40», cuenta. Además tratan de que los contratos sean más largos, pues los menores veían cómo su referente cambiaba cada poco tiempo. «Los niños lo irán notando poco a poco», añade.

El uso del wifi, el hecho de poder quedar más con gente de fuera del centro o la atención psicológica también suelen estar en el orden del día. «Yo ya no voy con ella porque siento que no me sigue», lo refleja con su caso, P. F. M.