Mallorca tiene una cuenta pendiente con la promoción de sus recorridos senderistas, que necesitan ganar peso a nivel nacional e internacional. | Archivo

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Señalizaciones adecuadas, promoción turística e interés institucional. Nada más y nada menos que estos son los ingredientes que le faltan a Mallorca para convertirse en una potencia senderista a nivel nacional y europeo. Curioso, nos cansamos de repetir que la industria turística de la Isla está sobreexplotada, pero quizá no en todos sus extremos. Hay sectores con una importante capacidad de crecimiento que se deberían poner en valor. Es el caso del turismo de senderos, un negocio aún en pañales en Mallorca, pero con un potencial altísimo.

«La Isla es una perla en bruto. Tiene buenas conexiones aéreas, una infraestructura hotelera envidiable y, lo más importante, unas montañas de fácil acceso y perfectas para el senderismo», enumera Xisco Colom, presidente de la Federació Balear de Muntanyisme i Escalada. En este sentido, recuerda que Aragón o Andalucía son dos potencias en este campo a nivel estatal, «pero algo estamos haciendo mal si todo el mundo conoce el Camí de Cavalls, en Menorca, y a pocos aficionados españoles les suenan los dos grandes recorridos (GR) senderistas que hay en Mallorca: la ruta de la Pedra en sec, que recorre la Serra de Tramuntana (GR221), y el GR de Artà a Lluc (GR222)». ¿Qué estamos haciendo mal?

Un negocio millonario

Las cifras de aficionados europeos a los senderos son mareantes: sólo en Reino Unido hay 50 millones de senderistas que viajan por Europa movidos por su afición. En Alemania, más de treinta millones de personas practican este deporte al menos una vez a la semana, una cifra similar a la de Francia y Holanda. La Comisión Europea cifra en seis mil millones de euros al año el impacto de esta actividad en la economía europea que tiene una ventaja para Mallorca: se concentra precisamente fuera de los meses de verano, en primavera y otoño. Si llevamos años hablando de la famosa desestacionalización, por qué no centrar nuestros esfuerzos en promocionar este tipo de turismo que solo en Aragón tiene un impacto de 200 millones de euros anuales y se ha convertido en su primera actividad económica. Y cada euro que se invierte en esta comunidad en mantenimiento de senderos tiene una repercusión de 50 euros en el turismo local. Hagan cuentas.

«Los dos grandes recorridos que tenemos en Mallorca presentan deficiencias en su señalización, no están homologados y, por lo tanto, no aparecen en las aplicaciones de la Federación Europea de Senderismo en la APP de la Federación Española de Deportes de Montaña y Escalada (FEDME). No sé si es porque el departamento de Medio Ambiente del Consell tiene carencias de personal o económicas, pero si seguimos así, perdemos difusión, promoción y visitantes», recalca el responsable de la Federació Balear de Muntanyisme i Escalada.

En este sentido, Lucía Escribano, directora insular de Turisme, apostilla que el turismo activo se ha convertido en estratégico para el Consell de Mallorca y que sus esfuerzos han ido dirigidos a promocionar el senderismo en la Isla en ferias específicas de naturaleza y tiene la intención de trabajar con microinfluencers para ahondar en este nicho específico de turistas».

196 kilómetros

Si el senderismo se ha convertido en todo un negocio y la pandemia del coronavirus está cambiando no solo nuestra forma de vivir sino de viajar, resulta más interesante aún la alianza de cinco municipios del Llevant mallorquí, que trabajan en un gran recorrido senderista de 196 kilómetros en la zona. Sus impulsores prometen que será el primer GR homologado por las federaciones, «apostando por la desestacionalización turística con una propuesta alternativa al sol y playa que fomenta la protección y preservación del medio natural. La idea es convertir esta iniciativa en un referente de turismo regional y nacional con un turista responsable que conjuga deporte, naturaleza, gastronomía y cultura», sostiene Maria Antònia Truyols, regidora de Turisme en el Ajuntament de Manacor, que impulsa el proyecto junto a Sant Llorenç, Son Servera, Artà y Capdepera.

Cala Mesquida. Imagen de una de las etapas que se inicia en Artà y termina en Son Moll.

Se han previsto cuatro etapas: la primera desde Artà - Ermita de Betlem - Alqueria Vella - Cala Mesquida - Cala Rajada y Son Moll; una segunda etapa que abarca Son Moll - Font de sa Cala - Provençals - Canyamel - Costa de los Pinos - Son Servera; la tercera etapa incluye Son Servera - Son Carrió - Sant Llorenç - Manacor y por último una cuarta que comprende Manacor - Artà, así como variantes y desviaciones para que los usuarios puedan elegir en función de los kilómetros.

Parece que ha llegado el momento de dejar de mirar a las playas y echar un vistazo a nuestras montañas.

Font de s’Ermita. Imagen de uno de los tramos que llega hasta la ermita de Betlem.