Un grupo guarda cola en las escalinatas de Hacienda para realizar diversos trámites relacionados con el IRPF. | Jaume Morey

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La oficina de la Agencia Tributaria de la calle Troncoso no es la que más actividad tiene estos días. Como en el resto de oficinas, funciona la cita antes de cualquier gestión. Quizá, una de las razones es que allá se pagan, básicamente, los impuestos propios del Govern, cuyos ingresos se desplomaron en abril, como informaba este diario el lunes.

Quizá por eso, lo que más recordará el guardia de seguridad del tercer día de ‘nueva normalidad’ es la presencia temprana de una brigada de EMAYA para borrar los restos de la pintura roja sobre la estatua de Fray Juníper Serra en la plaza de Sant Francesc. Han llegado a las 7.30 cuando el encargado de seguridad iniciaba su jornada laboral.
«La han dejado más brillante de lo que estaba», comenta.

La cola más numerosa es la de la calle Francesc de Borja Moll, donde se centralizan los impuestos municipales. El estado de alarma alargó el plazo para el pago del impuesto de circulación de y la tasa de tratamiento de residuos urbanos (el ‘recibo de la incineradora’) hasta el próximo 30 de junio. Viene a ser la última prórroga del estado de alarma ya que, antes de éste, el plazo de pago voluntario vencía el 19 de marzo. El horario de atención al público será, hasta ese día, de mañana y tarde.

El ‘cartero virtual’

Hace años que no se envían notificaciones de pago. Ahora funciona un sistema que se llama ‘cartero virtual’ que obliga a la gente a estar más pendiente. Hay quienes aguardan para obtener una copia del impreso para pagar, para rellenar un formulario que permita domiciliar los pagos o para pagar allí mismo o hacerlo en una entidad bancaria. Para cualquier gestión, hay que hacer cola aunque, en este caso, es menor que otros años.

Isabel Sánchez viene a recoger «un recibo de la incineradora» ya que –dice– le falta uno y no lo sabía. Pidió cita hace dos días. Una mujer había guardado cola en otra oficina próxima de la Agencia Tributaria, el edifico central de la calle Cecili Metel. Quería pagar el impuesto de circulación. La mayoría de la gente que esperaba en sus escalinatas está para la declaración de renta. El último día de pago es el 1 de julio. En este caso, no ha habido prórrogas. Un hombre, Francisco, hace cola para obtener la referencia del sistema llamado clave que le permitirá no hacer colas. La gestión no se puede hacer por internet. Y quizá eso sea un tanto paradójico.

Aziz espera su turno en la puerta de la oficina de Francesc de Borja Moll. «Si de verdad queréis ver lo que es una cola, pasaos por Extranjería», comenta. Aziz lleva 14 años residiendo en Palma y está allá para pagar el impuesto de circulación aunque el otro día tuvo que pasar por la oficina de Extranjería de Nou Llevant.

«Algún día habrá allí un brote, no se guardan las distancias y hay mucha cola», dice. Explica que había acudido allí muy de mañana para buscar unos impresos para un familiar y que prefirió irse.

La mascarilla y qué hacer con ella es tema de conversación. Una mujer le dice a otra: «Tiene que ponérsela, está demasiado cerca». Otra bromea: «Me la tengo que quitar para echar un cigarrillo mientras espero».

Hay colas allí cerca: en los puestos del mercadillo ecológicos de Los Patines. En el colegio Aina Moll han empezado las actividades extraescolares para el verano. Sandra Machado, en la puerta, informa a las familias y organiza las actividades. Este año, todas se celebran en el patio. Hay ‘juegos de agua’.