Reyes, parapetado entre números de la ONCE. | Pilar Pellicer

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La última semana del estado de alarma –que alcanza su día 94 este martes– ha arrancado marcada, cuando menos, por tres ilusiones. De las tres, una tardará en hacerse realidad un poco más.

El sector turístico vive el último lunes de la desescalada como un domingo de fiesta mayor ante la llegada de los primeros visitantes de Alemania; los niños y niñas que esperaban ver sin precintos la zonas de juego los parques municipales, seguirán aguardando el momento y ya es posible gastarse un euro y medio con la ilusión de una lluvia de millones. El sorteo de la ONCE ha vuelto.

«Es la ilusión de todos los días». Ese lema de la ONCE de 1984 –el año en que sus sorteos locales se fusionaron en uno de ámbito estatal– hizo fortuna y forma parte del inconsciente colectivo de una generación. Igual que el primer anuncio del ‘cuponazo’, cuando alguien se desmayaba en una cola inmensa y las personas caían unas sobre otras como si fueran fichas de un dominó.

Esta mañana de lunes no hay colas excesivas ante los puestos de la ONCE. Habrán salido algo más de 600 vendedores y vendedoras a la calle. Se venden cupones para el primer sorteo y se cambian premiados por otros. El sorteo del 19 de marzo, el del Día del Padre, no se celebró ya que se cruzó por medio la declaración del estado de alarma. Se ha trasladado a un día que dicen que llega acompañado de una noche mágica: el de San Juan.

Miriam, 16 años vendiendo cupones, le ha tomado el relevo a otra compañera en el quiosco de la plaza de España, frente a la Estación Intermodal. Explica que espera que la jornada sea «algo floja» pero que todo irá normalizándose poco a poco, «cuando todo abra y cuando hayan llegado los turistas que vienen hoy». Se refiere al plan piloto que también ha empezado este lunes.

–¿Pero los alemanes también compran el cupón?

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Pagar con tarjeta 1,5 euros

Explica que ese es un buen lugar para vender. Tanto por su proximidad con la estación como por el parque. Por cierto, que aunque el Govern ya autoriza desde el sábado a que se desprecinten los columpios, toboganes y demás juegos infantiles, el Ajuntament de Palma todavía no lo ha hecho. Según informa, porque tiene que organizar la desinfección y limpieza. Es posible que abran el jueves o el viernes.

«Le he dicho que hoy abrían y se ha quedado muy desilusionada», cuenta Isabel para explicar el ‘enfado’ de la pequeña con la que pasea por el Parc de ses Estacions. Isabel acompaña esta mañana a la niña pues su madre trabaja. Con esa misma ilusión habían llegado hasta allí los dos hijos y la hija de Ángel y Elena. Él trabaja en hostelería, concretamente, en un bar que abrirá «ahora que parece que esto se anima y vuelve el turismo».

«Todavía no nos han dicho nada de cuándo hay que quitar los precintos», informa un empleado de la empresa municipal de parques y jardines. Otro se acerca para indicar a Elena que el chico no debe trepar al árbol pues «el otro día se cayó una niña».

Hay ilusiones que se cumplirán antes. Por la calle Oms, la gente se acerca al vendedor de cupones. Se recuperan gestos que habían desparecido (comprobar si el número está premiado) y otros se estrenan. Por ejemplo, se recomienda pagar con tarjeta.

«Sí, aunque sólo compres un cupón de 1,50 euros se puede pagar con tarjeta», informa Reyes tras un cristal cubierto prácticamente en su totalidad por números. Lleva 10 años.
Antonio se ha sentado en el banco exterior del Ajuntament, en el banc del sinofós; llamado así por ser, antaño, el lugar donde se reunía la gente más mayor y comentaba que todo iría bien «si no fuera» por eso, lo otro o lo de más allá. Antonio –igual que el resto de vendedores y vendedoras que han salido a la calle– lleva mascarilla. Y fantasea con vender el número premiado. Sería el primero tras la pandemia.