Un ciclista cruza por delante de unas puertas del Consolat de Mar, donde está reunido el Govern. | Jaume Morey

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Los viernes se reúne el Consell de Govern de Baleares, también en el penúltimo viernes del estado de alarma que llega, este sábado, a su día 91. Las reuniones semanales no se han interrumpido en ningún momento, aunque algunas fueron por videoconferencia. No es el caso de la reunión que se está celebrando para perfilar lo que queda de desescalada. La presidenta y la totalidad de conselleras y consellers han acudido temprano al Consolat de Mar.

La presidenta Armengol, como cada domingo desde hace 14, participará en la conferencia virtual de dirigentes de las autonomías donde el presidente Sánchez ensaya eso que ha dado en llamarse ‘co-gobernanza’. La presidenta llevará memorizado todo lo que tiene que ver con el plan piloto de recuperación del turismo que empieza el lunes.

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El Consolat de Mar, con dos entradas –una por el Passeig Sagrera y otra por la Plaça de la Drassana– comunica con el edificio gótico de sa Llonja, abierta al público en esos momentos pero con Xisco, encargado de seguridad, como único ocupante. Desde que abrió «sólo habrán entrado un par de despistados», dice. Habrá que esperar al regreso del turismo. No tiene muy claro que los primeros visitantes de Alemania se pasen por ahí.

Eso opina también Valentín Haslbeck, encargado del Coto Dos, bar restaurante de la Drassana. Es alemán, lleva 13 años con el negocio. Entre su clientela sí hay alemanes que viven en Mallorca aunque no tiene claro que los primeros turistas que llegarán a partir del lunes hagan un alto en el local. Desde que reabrió, ha notado que hay más clientela local; sobre todo los viernes. Abre hasta las once de la noche. Pilar atiende en un clásico de la plaza, el bar Arenas. Entre semana, su clientela es local. En su terraza coinciden funcionarios, políticos y periodistas. No hay demasiada gente pero peor es lo que pasa muy cerca: que no hay nadie.

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Ni un sólo local abierto

Ni uno solo de los locales que van de la plaza de sa Llonja a la plaza de La Reina, donde empieza es Born, se ha decidido a abrir. Ese tramo es el centro turístico por excelencia. Allá están los bares y restaurantes que exhiben langostas y platos de paella en sus vitrinas cuando están abiertos. Son una quincena, entre ellos, uno de zumos que fue antes el Lírico y Can andritxol.

Un gran camión del departamento de Infraestructuras del Ajuntament de Palma ha aparcado en la acera que habitualmente ocupaban las terrazas. Una brigada municipal está desmontando las vigas de hierro que servían para desplegar sus toldos. Primero les aplican soplete, después cortan y con una grúa las suben a un camión que se las llevará a un almacén municipal es es Vivero. No se trata de ninguna ordenanza que tenga que ver con la ‘nueva normalidad’. Al contrario: cumplen con una ordenanza de la época anterior al inicio de la pandemia. Se trata de la norma del área del Gobierno Interior que lleva Alberto Jarabo que obligaba a las terrazas a retirar su ‘cerramientos’ de las zonas peatonales. El estado de alarma llegó y no se había cumplido del todo. De ahí la actividad de este viernes mientras, a pocos metros, se reúne el Consell de Govern para, entre otras cuestiones, adaptar la Renta mínima garantizada de Baleares al recién nacido Ingreso mínimo vital del Gobierno estatal.

Toda esa zona, entre Drassana y es Born, espera la vuelta de turistas para ponerse en marcha. El Ajuntament espera tomar en los próximos días dos acuerdos que servirán para que vuelvan a las calles elementos que definen la Palma turística: el autobús de dos pisos de color rojo con nombre casi impronunciable, City Sightseeing, y los coches de caballos o galeras.

El Ajuntament autorizará la próxima semana la vuelta del bus y de las galeras: 23 para la zona centro y 5 para sa Arenal; que se prepara para recibir los primeros visitantes de Alemania. Quedan unos días más de estado de alarma: habrán sido 99.

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