Un paratrike sobrevuela la zona de Cala Rajada. | Emilio Queirolo

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Si tras dos meses de confinamiento uno quiere recuperar la sensación de libertad, pocas experiencias le pueden acercar tanto a ella como la de volar en paramotor.

Sin embargo, para quien no lo haya experimentado nunca, lo primero que habría que decir para quien se inicie en esta actividad es que se abrigue. Aunque el día sea espectacular y la temperatura en suelo firme supere los 24 grados, a 50 km/h y a una altitud de entre 300 y 700 metros sobre el nivel del mar, hace frío. Este pequeño inconveniente, que se subsana con un jersey, no empaña en absoluto la sensación tan increíble que uno experimenta cuando uno se eleva y sobrevuela el litoral de la Isla, en este caso la zona de Cala Rajada.

La Escola de Mallorca Paramotor es un centro de paratrike formada por un equipo de instructores titulados con experiencia en el sector desde 1998. Se trata de la primera escuela registrada en Turismo Activo de Baleares, además de estar registrada en la Federación Balear de Deportes Aéreos y de Turismo Activo y Aventura de Baleares.

Además del paratrike, está el paramotor. «La diferencia entre ambos es que éste no tiene ruedas y es el piloto el que va corriendo hasta que el motor alcanza la potencia suficiente para elevarse, mientras que un paratrike cuenta con tres ruedas, una delantera y dos traseras. Ambos modelos pueden ser para una o dos personas», explica Marcos Forján, director de la escuela.

El pasado sábado media docena de aficionados se reunieron con Marcos y su segundo, Miguel Gallego, para dirigir la primera clase. La cita era a las 7 de la mañana en los terrenos de la escuela, a dos kilómetros de Capdepera. Tras una explicación teórica acerca de las diversas zonas de la Isla que se pueden sobrevolar y las que no, los asistentes comenzaron a despegar.

Carlos Alonso fue el primero en propulsar su paramotor unipersonal. El resto optaron por los paratrikes biplazas.

Preparados para volar

Para volar no hace falta ninguna licencia, lo único obligatorio es un seguro, aunque es muy recomendable realizar un cursillo de unas dos semanas de duración que en esta escuela cuesta entre 1.100 y 1.500 euros. Para quien le basta una experiencia de ‘turista’, una salida de unos 25-30 minutos cuesta 95 euros.

Alguien puede pensar que estas disciplinas son sucedáneas de la más pura: el parapente, donde el ser humano sí que se convierte en lo más parecido a un pájaro. «Hay gente que opina así, pero también muchos combinan ambas disciplinas. El aficionado al parapente sale en las horas centrales del día, cuando las térmicas son más variables y entra el embat, mientras que el paramotor busca la casi ausencia de viento porque, a pesar de llevar un motor, es más difícil de manejar», explica el monitor Miguel Gallego.

Consejo

En este mundo existe una máxima que dice que es mucho más importante lo que no se puede hacer que lo que sí. «Mi profesor siempre decía que es el piloto el que echa abajo el aparato. Puede haber mala suerte, es cierto, pero si se cuida bien el aparato y se cumplen las normas de seguridad, la posibilidad de un accidente baja muchísimo», cuenta Marcos. Manuel Sierra, de Felanitx, es un gran aficionado a estos ‘cacharros’, pero más aún a los drones. «Soy diseñador gráfico y llevo las cuentas de las redes sociales y de internet de esta empresa, aparte de que Marcos es mi amigo. Hice el curso, pero nunca me he atrevido a volar solo. Siempre que puedo, vengo a echar una mano».

Un paratrike cuenta con un motor de dos tiempos que funciona con una mezcla de gasolina y aceite. Su depósito puede albergar entre 20 y 30 litros de mezcla, que le da una autonomía de hasta tres horas. Los 250 c.c. y la potencia de entre 37 y 65 cv hacen que puedan alcanzar una velocidad media de entre 40 y 50 km a la hora, pero ésta puede variar sensiblemente según el viento.

En los aparatos biplazas piloto y copiloto cuentan con un casco con intercomunicador, aunque la comunicación a ratos no es fácil cuando el motor, a la espalda del piloto, está muy revolucionado. Los deportes de motor no son baratos y éste no es tampoco una excepción. «A partir de unos 8.000 o 10.000 euros ya se puede adquirir un paratrike y a esta cantidad hay que añadir unos 4.000 euros de las velas», comenta Gallego.
No es una afición barata, pero pocas son tan emocionantes y bellas.

Una asociación de altos vuelos

El paramotor y el paratrike son dos de las disciplinas que se engloban dentro de la Federació Balears d’Esports Aeris (FBEA) que acoge, además, otras actividades, como los vuelos a motor (avionetas), ultraligeros, globos aerostáticos y aeromodelismo. «También tenemos paracaidistas, aunque esta disciplina no se puede practicar en Mallorca por motivos de seguridad», explica Marcos Forján, que también es el presidente de esta federación. La FBEA cuenta con unos 130 socios y la mayoría de ellos pertenecen a la categoría de aeromodelismo, que incluye a los drones, por ejemplo.

Un momento de la explicación de las zonas que se pueden sobrevolar

Forján ha sido el organizador de diversos rallys por Mallorca y el resto de Balears en paramotor y paratrike, y no descarta repetir la experiencia a pesar de la dificultad que entraña un evento así.