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En apenas 24 horas (1 de junio) se cumplen 25 años de la llamada «Operación Barco», consistente en el transporte de agua del Ebro a Mallorca en una época de fuerte sequía para la Isla. La operación finalizó el 30 de noviembre de 1997 y costó un mínimo de 4.500 millones de pesetas (27 millones de euros) que tuvieron que afrontar los ayuntamientos de Palma y Calvià con una subvención del Govern de 4,3 millones. La liquidación no se completó hasta 2006.

La «Operación Barco» fue adjudicada a la naviera de Fernández Tapias, quien recurrió al antiguo petrolero «Móstoles» para transportar agua del Ebro hasta Mallorca. Una vez llegado al Dic de l’Oest, allí le esperaba otro barco, el «Cabo Prior», donde era trasvasada el agua. El «Cabo Prior» cumplía con la función de depósito antes de conectar el agua a la red de Palma y Calvià. Como se recordará, la operación debía iniciarse en abril de 1995, pero un problema con la pintura de la embarcación, que inutilizó el primer trasvase, la retrasó hasta junio del mismo año. La enorme gabarra «Cabo Prior» formó parte del paisaje del Dic de l'Oest durante 30 meses, tiempo durante el cual el Móstoles, con una capacidad de 60.000 metros cúbicos, transportó 16,7 millones de metros cúbicos de agua en un total de 275 viajes.

Coste

El metro cúbico del agua de la «Operación Barco» se pagó a 1,62 euros, mucho más que el agua desalada, que es la más cara entre todas las aportaciones hídricas, por entonces y ahora.

El «Móstoles» tardaba 27 horas en llenar sus depósitos de agua, operación que realizaba en Tarragona. El trasvase de ese volumen al «Cabo Prior», ya en Palma, tardaba la mitad, 13 horas. De todos modos, la capacidad de conexión a la red era limitada, 10.000 metros cúbicos diarios. El Consorci d’Aigües de Tarragona sacó una buena tajada de ese trasvase de agua del Ebro. Cobró 7,2 millones de euros.

El contrato con el naviero Fernández Tapias era semestral y se fue renovando hasta llegar a los 30 meses. A finales de 1997, la pluviometría de Mallorca se había normalizado y se decidió dar por finalizado el dispositivo.

La «Operación Barco» fue puesta en marcha por el entonces ministro de Obras Públicas, el socialista Josep Borrell, a petición del Govern, presidido por Gabriel Cañellas, del PP. A pesar de las aportaciones de los ejecutivos central y autonómico, la financiación de la mayor parte de la operación se cargó sobre los ayuntamientos de Palma y Calvià.

PALMA - TRASVASE DE AGUA A MALLORCA DESDE EL BAJO EBRO. OPERACION BARCO.

Gerard García, Bartomeu Reus, Josep Borrell y Margarita Nájera, algunos de los responsables de la operación.

Gestión

La «Operación Barco» fue una decisión desacertada que, además, fue mal gestionada. No es una valoración arbitraria, sino el reconocimiento de todos los que participaron en ella. Para empezar, fue una medida adoptada ante la falta de previsión y planificación en la disponibilidad de recursos hídricos. Fue tanta la precipitación que el «Cabo Prior», tal como se ha comentado, por un recién pintado de sus depósitos, no estaba en condiciones de recibir el agua del Móstoles en su primer viaje. El precio a pagar por la operación fue excesivo. Incluso una auditoria externa detectó las malas condiciones del crédito y su excesiva carga financiera. Responsables de Emaya y Calvià 2000, empresas públicas de gestión de los recursos hídricos municipales, reconocieron que lo que pagaban por la operación era «dinero cautivo».

A partir del episodio de la «Operación Barco», la gestión de los recursos hídricos de Baleares ha cambiado sustancialmente durante estos últimos 25 años. La directora general de Recursos Hídrics, Joana Maria Garau, explica que «la gestión del agua se basa ahora en criterios de sostenibilidad y en el equilibrio entre los recursos disponibles. En el caso de Mallorca, en la red en alta, entendida como el conjunto de grandes aportaciones generales supramunicipales, gestionada por el Govern, contamos con los acuíferos de sa Marineta y s’Estremera, la fuente de sa Costera y las desaladoras de Palma, Alcúdia y Andratx. En estos momentos, la red en alta abarca desde Andratx hasta Maria de la Salut y está pendiente de llegar a Petra para, desde allí, extenderse en los próximos años hasta el Llevant y el Migjorn».

Impermeable

S’Estremera, por su impermeabilidad como acuífero (no está conectado con el mar ni con acuíferos vecinos), está actuando como el gran almacén de agua de Mallorca, «un gran embalse que no se ve», en palabras de Garau, donde, por ejemplo, se pueden infiltrar las aportaciones de sobrantes de sa Costera para tenerlas como reserva. Así, de sa Costera, cuando aporta, se inyecta toda el agua posible en la red en alta, pero si hay caudal sobrante, se infiltra en s’Estremera.

Más del 80% de los recursos hídricos de Mallorca son subterráneos, es decir, no se ven. Por ello, buena parte de la población cree que, al menos en Palma, el agua procede de los embalses del Gorg Blau y Cúber, que sí se ven, pero apenas pueden llegar a un 15 % de las aportaciones totales.

Las desaladoras funcionan en base a la demanda de los municipios para atender picos de demanda. Sin embargo, según la directora general, «tendríamos que aprovechar más estas instalaciones, aunque su producción de agua resulte más cara. No siempre tenemos los acuíferos en buenas condiciones y hay que tener en cuenta que tardan en recuperarse. Hay quien cree que un día de lluvia supone una recarga importante de los acuíferos y no es así. Por ello, un mayor aprovechamiento de las desaladoras permitiría que los acuíferos pudieran descansar y recuperarse. De esta manera, sería conveniente utilizar más las desaladoras durante el invierno, cuando más llueve, para que los acuíferos puedan recuperarse. Cabe destacar que el 51 % de las masas subterráneas de agua de Baleares está en un mal estado cuantitativo -nivel bajo- o cualitativo -por contaminación de nitratos o salinización-, o ambos a la vez».

Entre 2000 y 2008, el suministro de agua en Balears ha aumentado un 13,3 % (de 119 a 135 hectómetros cúbicos) y el consumo lo ha hecho en un 19,6 % (de 85 a 101 hectómetros cúbicos), mucho menos que la población, que lo ha hecho en un 43 % en el mismo período. Así, con una población que registra importantes incrementos y una fuerte presión turística, la gestión de los recursos hídricos debe basarse en criterios de sostenibilidad y equilibrio ambiental, buscando el buen estado de los acuíferos y garantizando su capacidad de recuperación.