Isabel Iglesias, de Flors Isabel, en plenas Ramblas, conversaba con una clienta. | Jaume Morey

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La mitad de los puestos de Las Ramblas estaba abierto y no faltaban clientes que se llevaban un ramo de flores. Los cumpleaños motivaban la casi totalidad de los encargos que se hacían nada más abrir la barrera, tras más de dos meses de parón.

«He tenido que tirar todo el género que se quedó dentro tras el estado de alarma», cuenta Marga Sastre, de Flors Marga, que confiesa que «las ventas no son como antes. Costará volver a la normalidad». En su otra tienda han podido seguir trabajando con la puerta cerrada para los encargos on line.

También en Las Ramblas, Isabel Iglesias, de Flors Isabel, lamentaba que «hubo gente que ha ido de espabilada y vendía flores en la tienda», cuando en fase 0 no estaba permitido.
En la floristería Miraverd tenían tanto trabajo que apenas podían atender al teléfono para hacer balance de la reapertura. Y es que desde primera hora de la mañana las floristerías fueron recibiendo el género y contestando las múltiples llamadas recibidas para realizar encargos.

Pilar Pol, responsable de La Rosaleda, confesaba que «el día antes de que entrara en vigor el estado de alarma tuve que tirar diez bolsas grandes de género. Las plantas que tenía dentro han muerto después de dos meses cerradis». Aún así, ayer se mostraba positiva ante el trabajo que tenía por delante. «Desde la semana pasada ya vendía on line y hoy pensaba que no vendría nadie».

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Entre sus primeras clientas, Maria Antònia Mas y Lourdes Reynés esperaban que se terminara el ramo que acababan de comprar. «Nos han invitado a un aperitivo y vamos a llevar unas flores de regalo», cuentan.

Mientras tanto, Pilar Pol hace recuento del trabajo que ya no podrá realizar estos meses: «Trabajo con varios cáterings y empresas que organizan bodas. Una de estas tenía 180 bodas programadas que se han anulado». La decoración floral de las nupcias se ha hundido, una parte muy importante del negocio. También han desaparecido los encargos de cruceros, hoteles y restaurantes, «por eso he tenido que aplicar un ERTE», dice Pol.

Por su parte, Miguel Ángel Riera, presidente de la Asociación de Floristas de Pimem, hizo un buen balance del primer día de actividad de su sector, tanto floristerías como viveros y centros de jardinería. «Los empresarios del sector cuentan que se están registrando muchas ventas. Ahora es la temporada de compra de plantas y aunque se ha perdido abril y parte de mayo, estamos muy contentos de poder abrir ahora», dice Riera.

El sector afronta la anulación de bodas, pero «gracias a los ERTE, ninguna empresa ha tenido que cerrar».