Onofre Flexas (con mascarilla) conversa con Vicent frente a su bar, el Bosch. | Pere Bota

TW
0

No suena ninguna sirena que avise del cambio de turno para los paseos según sea la franja de edad. A esos detalles de atrezzo, no alcanza la distopía del estado de alarma por el coronavirus que empezó en marzo, ha superado la cincuentena de días y llega este martes al que hace 52.

Han dado las 10, que es cuando empieza el turno de salida y paseo para la población mayor de 70 años. Lugar: un cruce de calles que es, a la vez, la frontera entre Son Espanyolet y Santa Catalina (Heredero y Caro, con Joan Crespí) y la conexión obligada para el tráfico con el centro comercial de la ciudad. El ritmo de Son Espanyolet es más lento, casi como el de los días anteriores al ‘alivio’. Poco que ver con el otro lado de la ciudad.

Un bus de la línea 20, que une Porto Pí con el hospital de Son Espases, enfila Caro. Poco pasaje en el interior aunque la mayoría con mascarilla, cuyo uso es obligatorio en el transporte público en esta fase de transición (y seguramente después) hacia la ‘nueva normalidad’. Una nueva normalidad que ya se ensaya. Es visible en pequeños comercios que ya han abierto; en peluquerías que funcionan con sus nuevos ritmos y (sobre todo) en bares. El gran día de los bares, cuando abran las terrazas, no llega hasta el lunes próximo pero ya se percibe lo que será.

Algunos bares ya han empezado a probar. Es el caso del café Corsario, en la calle Caro. Tendrá abierto, de momento, hasta el mediodía. Sólo para despachar café, algún refresco, alguna lata y pan. «Esperemos que vaya bien, es para que los vecinos de la zona se puedan parar ahora que se puede salir un poco más», indica Fernando.

–¿Y si alguien quiere llevarse un vaso de vino o un güisqui?

Explica que no se vende alcohol, que no es que haya una prohibición expresa por los tiempos del estado de alarma pero que «es de sentido común» y que si no se puede beber en la calle ni hacer botellón pues que tampoco es cuestión de forzar la máquina. Ese bar tiene terraza y tanto Fernando como su pareja, saben que, a partir del próximo lunes, podrán sacar la mitad de sus sillas y mesas.

Noticias relacionadas

Sillas y terrazas

Hasta ese día no abrirá tampoco C’an Sito, en la calle de Son Cotoneret. Sito trajina sillas. No es que vaya a montar ya la terraza. Tampoco despacha cafés. «Prefiero esperar un semana». En ese bar, ante del parón por el coronavirus, se iniciaba el ‘tardeo’ de la zona. Abrirá de siete a doce y media de la mañana y «de seis a doce de la noche, si se puede». Hay más gente por la zona que prefiere esperar una semana. Lo que queda claro en este primer día de transición son las ganas de normalidad.

El emblema de la normalidad en los bares de Palma se visualizará en su totalidad cuando se llene la terraza del bar Bosch, en la plaza Joan Carles I. Onofre Flexas, su propietario, también lo prepara todo para el próximo lunes. De las cuarenta sillas de su terraza, podrá sacar 20.

La plantilla del Bosch era de 40 personas cuando se inició el estado de alarma. Se organizarán varios turnos para ir sacando progresivamente a parte de la plantilla del ERTE, dice. Onofre está hablando con uno de sus empleados más veteranos, con Vicente, que lleva más de veinte años. De momento, el horario será de 10 de la mañana a las seis de la tarde. Los desayunos de primera hora de la mañana (y sólo en terraza) tendrán que esperar un poco más. Lo que no faltarán serán sus bocatas, las llagostes.

Hay que fijarse mucho pues va con mascarilla y guantes pero ese señor de ahí es Xavier Pericay, exlíder de Cs. Viene de hacer «la compra de la semana». Escribió un libro sobre su paso por la política que ha podido formar parte del equipaje de lecturas para el confinamiento. Se titula ¡Vamos?

Hoy, ese título se prestaría a otras interpretaciones. También las librerías han ido abriendo. Tímidamente. Y con cita.

croniicas de un puebloFOTO : BOTA