Las calles comerciales de Palma están desiertas. | Jaume Morey

TW
7

Acababan de lanzarse al ruedo de emprender y con solo unas pocas semanas, incluso días de rodaje, se han encontrado con un muro insalvable: el coronavirus les ha obligado a echar la persiana nada más subirla y todo esto mientras acaban de invertir en un negocio que aún no ha podido echar a andar.

Es el caso de Santiago Monjo, propietario de Can Mona, una cafetería-restaurante que abrió en noviembre en Son Espanyolet. «Abrí a finales de 2019 y fue difícil. Tuvimos la cuesta de enero y la de febrero y en marzo llegó la pandemia mundial. Es alucinante», dice Monjo, que ahora mismo está en casa confinado, «colgando de un hilo». Está al tanto de las medidas que está poniendo en marcha el Gobierno pero «hay que pelear por entrar en un préstamo ICO. En el banco dicen que no saben nada. Nada está muy claro y hay mucha inseguridad. Mientras tanto, he pagado el coste de la Seguridad Social de febrero y marzo y las nóminas de dos empleadas, aunque no haya negocio».

A todo esto se le suma «el alquiler del local, que no tiene nombre. Por suerte pago un alquiler aceptable, de 520 euros el primer año que irá incrementando a lo largo de los diez años que he firmado.Le he pedido ayuda al propietario y me propone prorratear el alquiler pero necesitamos que nos condonen esa deuda», dice Santiago Monjo. Y es que él arranca el mes «debiendo 3.000 euros de alquiler, impuestos, el préstamo anterior para abrir el negocio y con ingresos cero. No sé cómo hacerlos frente y estoy por pedir comida a Cáritas», dice Monjo, que invirtió 20.000 euros en el local. Su esperanza es que le sea concedido un préstamo de 8.000 euros solicitado al ICO que le permitirá ir pagando hasta que pueda reabrir.

Advierte que «los proveedores no ayudan y piden el pago al momento. Conozco dos restaurantes de La Lonja y de S’Escorxador que directamente ya no van a abrir», cuenta Monjo, que está en contacto con otros empresarios de hostelería que están viviendo una situación crítica: «Se están bebiendo el alcohol de sus bares o se comen la carne que debían vender a sus clientes, pero eso es pan para hoy y hambre para mañana». Monjo cree que podrá aguantar «difícilmente hasta junio, salvo que el banco me conceda el préstamo» y advierte que «la gente que vivimos de esto estamos en una situación excepcional porque no podemos trabajar. Hay gente que vive solo de los alquileres de los locales que deberían condonar parte de esta deuda».

Noticias relacionadas

Reinvención

El 2 de febrero Marc Vidal abrió su negocio de mantenimiento y reparación de embarcaciones. «Ahora está todo parado y los propietarios no saben si podrán usar su barco. La gente está sin trabajo y no se mueve nada». Este mecánico de llaüts invirtió 25.000 euros en la puesta en marcha de Vidal Marine Services y «por suerte, tenía algo ahorrado. Puedo ir tirando pero no tiene pinta de que esto se solucione en unos meses. Ahora estoy buscando otra opción de cómo darle una vuelta pero este sector en concreto no tiene pinta de arreglarse».

Para Vidal empezaba ahora la temporada alta pero «los arreglos de embarcaciones, que pueden ir de 300 a 500 euros entre aceites y filtros, que se deben realizar una vez al año, ahora no son una prioridad en la economía familiar». Está al tanto de las ayudas que se han puesto en marcha para los autónomos, «suenan muy bien, pero siempre hay letra pequeña y son para una minoría», lamenta. Vidal advierte que «si este verano no se pone en marcha, veremos si sigo con el negocio».

El 20 de enero, Susana Arasa puso en marcha su actividad como osteópata y masajista a domiclio y en locales. «Ahora lo he tenido que parar completamente y no puedo describir este batacazo bestial». Acababa de tomar «las riendas de mi vida laboral» cuando llegó el coronavirus y «no me ha dado tiempo a tener beneficios ni a empezar. Ha sido todo gasto». Aunque apenas ha tenido que hacer inversión, «sigo teniendo que vivir. Pago hipoteca, luz, agua y con ingresos cero. Con mis ahorros no podré aguantar más de tres o cuatro meses».

Asume que «tendremos que levantarnos todos juntos» y estos días de encierro los dedica a «pintar y a enfocar el negocio de otra manera. Habrá que ayudar a nivel físico pero también a nivel emocional, necesitamos darnos ánimos entre todos». Su intuición le lleva a pensar que habrá un cambio social y económico.