Napoleón cruzando los Alpes’, obra de Jacques-Louis David.

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El próximo mes de mayo se cumplirán 60 años de la aparición en la publicación París Baleares de un artículo del escritor mallorquín Joaquim Verdaguer, primo del poeta Jacint Verdaguer, sobre el origen de Napoleón Bonaparte y su vinculación a nuestra isla.

Como es sabido, el que fue emperador de Francia y uno de los personajes más conocidos y significativos de la Historia universal, nació en Ajaccio, capital de Córcega, en 1769. A partir de su enorme relevancia, algunos historiadores intentaron averiguar su ascendencia.
El origen mallorquín de la familia Bonaparte, en realidad Bonapart, no es precisamente una leyenda como la que sitúa el nacimiento de Aníbal en la isla Conillera, en el archipiélago de Cabrera, atribuible a una confusión en una traducción de un texto de Plinio el Viejo. Esta confusión llevó incluso a la declaración de Aníbal como hijo ilustre de Mallorca y de Palma, pues Cabrera pertenece, administrativamente, a este municipio. Ello explica que Cort albergue un retrato de Aníbal (con una armadura totalmente extemporánea) como hijo ilustre la ciudad.

No ocurre lo mismo con los argumentos de Joaquim Verdaguer para probar la mallorquinidad de los Bonapart.

Para empezar, Verdaguer relata que «un viejo caserón de la calle de la Palma -todavía existente con ese nombre- nos fue siempre conocido como la Casa de los Bonapart. En el escudo que figuró sobre la puerta de la casa veíanse seis estrellas, un león rampante y una negra águila con las alas extendidas», estableciendo una similitud con el águila que simbolizó el imperio napoleónico. Además, en el antiguo convento de Sant Domingo, se encontraba la tumba de los Bonapart.

Sin embargo, Verdaguer va más allá de lo que podrían parecer curiosas casualidades y profundiza en los hechos históricos:

«Uno de los Bonapart mallorquines, Hugo Bonapart, fue nombrado en 1409 regente de Córcega por el rey de aragón Martín el Humano. Este Hugo Bonaparte no regresó a Mallorca. Vendió las tierras que aquí tenía y se estableció definitivamente en Córcega».

Cabe destacar que otros estudios apuntan que, hasta la llegada del mallorquín Hug Bonapart a Córcega, no hay documentada en esa isla ninguna otra persona con ese apellido. No quiere decir que no pudiera existir en Córcega una persona o familia con ese linaje, pero resulta significativo que no se haya encontrado en toda la documentación corsa anterior a ese momento la presencia de ningún Bonapart. Históricamente, el dato tiene un incuestionable valor.

Verdaguer añade una reflexión irónica: «¿Es posible que la Illa de la Calma, tan apacible, tan tranquila, tan pacífica, haya podido producir la savia que dio origen a los dos más grandes caudillos -en referencia a Aníbal y Napoleón-? ¡Pues tal vez sí! Se trata sencillamente de que todo nuestro virus, todos nuestros humores bélicos, se nos fue en esos dos personajes».

El artículo de Verdaguer se enmarca en una publicación mensual editada por la asociación Les Cadets de Majorque, de descendientes de baleares residentes enFrancia. Junto al artículo de Verdaguer, se puede observar otro de Baltasar Porcel sobre el barrio del Pantaleu, en Andratx.