Nicolás Sartorius presenta este jueves su libro en Palma. | Fundación Alternativas

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Nicolás Sartorius (San Sebastián, 1938) ha escrito un libro cuyo título es ya una provocación viniendo de alguien que se ha dedicado a la vida política, La manipulación del lenguaje. Breve diccionario de los engaños, editado por Espasa. Se presenta este jueves, a las 19 horas, en la librería Quars, de Palma.

¿Cuántas veces no habrá dicho aquello de que «la clase trabajadora tiene que tomar el control de los medios de producción»?
—Creo que no lo he dicho nunca, entre otras cosas porque nunca he creído que eso fuera a ocurrir. En lo que estábamos era en la conquista de la democracia.

¿Y no cabría esa expresión en su glosario sobre la manipulación del lenguaje?
—Seguramente pero no, no la he incluido porque no es del lenguaje político actual. Es una frase que ya no se usa. Lo que sí explico es la utilización de voces como comunismo y socialismo.

Cita 65 ejemplos de términos y frases hechas que, en algunos casos, tilda de ‘aberraciones'. Ponga un ejemplo.
—Hay algunas como ‘neoliberalismo' que se utiliza para definir lo contrario de lo que parece indicar. Lo mismo sucede con ‘nacionalismo', que se presenta para fortalecer la nación y se utiliza, en realidad, para dañarla. Y lo mismo podríamos decir de ‘populismo' , con la que parece que atiendes al pueblo y que, en realidad, conduce al desastre de los pueblos.

Se nota que escribió su libro inspirado en el llamado ‘procés' catalán. Cita expresiones como ‘presos políticos' y ‘derecho a decidir'.
—Es que han creado una confusión interesada. No es lo mismo presos políticos que políticos presos. Derecho a decidir es, en realidad, derecho de autodeterminación. El nacionalismo está creando y utilizando su propio lenguaje.

Creía que era el fascismo el experto en manipular el lenguaje.
—No estoy comparando ni sé si hay un medidor. Lo que está claro es que, históricamente, el nacionalismo se ha apropiado del lenguaje y lo ha utilizado para enfervorizar a la gente. Todos los nacionalismos manipulan, no hablo sólo del catalán. Me refiero también incluyo al español, al francés y todos los demás. Ahí está Donald Trump con su «América , primero» y el ‘Brexit'. Es una catástrofe.

No le dio tiempo a incluir ‘gobierno de cooperación', que fue lo que Sánchez ofreció a Iglesias.
—No, y son expresiones que se me escapan. Están los gobiernos de mayoría, de minoría con un programa pactado o de coalición. Las coaliciones terminan siendo negativas para el partido más pequeño. Se vio en Francia con Mitterrand y el PC. Mi apuesta es el gobierno a la portuguesa.

La presidenta balear aludió hace unos días a «reprogramar inversiones».
—Son esas expresiones, no sólo del mundo de la política sino de la economía, que se utilizan cuando se quiere ocultar la realidad. Como lo de ‘crecimiento negativo'; o lo de ‘economía de mercado' cuando quieres decir capitalismo. Ahora se llama emprendedores a los empresarios y clase media a los trabajadores.

Alude a la responsabilidad de los medios de comunicación que «compran conceptos falsos».
—Claro, es que todos estos conceptos no tendrían recorrido si los medios de comunicación no se hicieran eco de ellos. Los medios han utilizado términos que me crean malestar intelectual. Como cuando, en la época del terrorismo de ETA, se hablaba de ‘comandos legales' o utilizaban las palabra abertzale, que es patriota. Hablar de posverdad es ya un concepto falso. Posverdad sólo es una mentira. ¡Pero si un ministro de Hacienda llamó recargo temporal de solidaridad a una subida de impuestos!

Usted prefiere escribir violencia machista a violencia de género.
—Violencia de género no es suficientemente contundente para referirnos al terrorismo de los hombres en contra de las mujeres. Y todavía hay quienes, como Vox, quieren rebajarlo aún más y acuñan expresiones como violencia intrafamiliar.