El todoterreno de la Guardia Civil quedó totalmente destrozado tras la explosión. | Archivo

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Nadie se imaginaba que ETA volvería a Mallorca, ‘la isla blindada’, y mucho menos que conseguiría matar. Pero el 30 de julio de 2009, este martes hará diez años, todo cambió: la banda terrorista logró lo imposible, asesinar y aterrorizar.

Eran las 13.50 horas cuando estallaba un todoterreno frente el cuartel de la Guardia Civil en Palmanova y se llevaba por delante la vida de dos agentes; Diego Salvá, un mallorquín de 27 años que se acababa de reincorporar al servicio, y Carlos Sáenz de Tejada, un joven de 29 años procedente de Burgos que llevaba seis meses destinado a Mallorca.

Desde el momento de la explosión la situación se convirtió en un auténtico caos. Las autoridades cortaron el paso a la zona donde se produjo el ataque y el Gobierno decidió poner en marcha la ‘Operación Jaula’. Cerraron el aeropuerto de Son Sant Joan y los puertos, había cientos de guardias civiles y policías en la calle buscando a los etarras, la lucha contra ETA se convirtió en una prioridad total.

Otro artefacto

Por si fuera poco, horas después del estallido encontraron un segundo artefacto en los bajos de otro todoterreno que estaba situado frente el cuartel viejo. Lo que no sabían los etarras es que ese vehículo estaba averiado y llevaba unos días sin funcionar. Sobre las 19.30 horas, los especialistas de Gedex -Grupo Especialista en Desactivación de Explosivos- realizaron una explosión controlada.

Las reacciones de las autoridades no tardaron en llegar. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y el líder del Partido Popular, Mariano Rajoy, quisieron mostrar la unidad de España en la lucha contra ETA y el 1 de agosto llegaron juntos a Palma para visitar la capilla de los dos agentes fallecidos.

En La Seu se celebró un funeral en homenaje a ambos agentes y fue presidido por los Príncipes de Asturias. Asimismo, acudieron autoridades políticas, como el ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba.

En medio de la tensión y el nerviosismo el Gobierno empezó a barajar varias hipótesis para intentar averiguar cómo se había organizado el atentado. Por un lado, existía la posibilidad de que hubiera un comando itinerante que actuaría de forma independiente. Por otro, también podría haber un ‘Comando Mallorca’ que estaría dirigido por un miembro veterano de la banda. Todas estas hipótesis no sirvieron para nada, a día de hoy aún no se han encontrado los responsables del que fue el último atentado mortal de la banda terrorista en España.

Nuevas amenazas

Cuando parecía que todo volvía a la calma, el terror reapareció. Tan solo diez días después del atentado la banda volvió a atacar, esta vez en la capital balear.

Todo empezó cuando el servicio de bomberos de Santa Ponça recibió una llamada de la banda informándoles de que durante la jornada se producirían diversas explosiones en Palma. Desde ese momento, la Guardia Civil y la policía se pusieron a trabajar para encontrar los artefactos.

La primera explosión se produjo a las 14.20 horas en el restaurante La Rigoletta situado a n’Es Portitxol. Tan solo dos horas después explotó la segunda bomba en el bar Enco d’Es Molinar, y la última estalló sobre las seis de la tarde en las galerías comerciales de la Plaça Major. Afortunadamente, todas las bombas tenían poca potencia y no dejaron ninguna víctima.

Pese a que ya han pasado diez años, el pueblo de Mallorca nunca podrá olvidar aquel verano. ETA esparció horror y dolor, y continúa sin pagar por ello: los autores del atentado nunca fueron detenidos.

Este martes, en la Seu, se oficiará una misa en memoria de Diego Salvá y su compañero.