Valtònyc posa en un parque de Bruselas para esta entrevista. | A.Z.

TW
93

El pobler Josep Miquel Arenas, Valtònyc, vive en Bélgica desde mayo de 2018, cuando se fugó de Mallorca para evitar su entrada en la cárcel. Ahora trabaja como informático, se ha adaptado a los usos de la sociedad belga y lanza nuevo disco coincidiendo con su primer año en el exilio: Piet Hein (editado por el sello belga Homerecords). El próximo viernes 23 lo presenta en Bruselas.

¿En qué estado legal se encuentra ahora mismo?
— Estoy absuelto de todo en Bélgica, pero la Fiscalía española recurrió y ahora estoy pendiente de que la justicia belga conteste. De todas formas, ahora está parado porque España intentó aplicar un Código Penal posterior a los hechos y eso está prohibido, provocando que Bélgica denuncie España ante el Tribunal Europeo en Luxemburgo.

¿Cómo son sus relaciones con las instituciones belgas?
— Son muy diferentes a las españolas. Son más próximas. En España el sistema de fechas está diseñado para desgastar psicológicamente: No sabes cuando es el juicio ni el veredicto. En cambio, en Bélgica, el mismo día del juicio te dicen qué día te contestarán. Eso ayuda mucho para planificar tu vida, porqué sino, no puedes marchar de viaje ni una semana

¿Su perspectiva es quedarse aquí en Bruselas?
— Sí, no es volver a vivir en España ni en Mallorca. Porque, sinceramente, aquí no hay ni playa ni paella, pero sí que hay derechos laborales y una justicia justa y gente muy respetuosa. Un país europeo. Que no digo que Europa sea ejemplo de nada, pero es que España está tan atrasada, que parece que aquí vivan 50 años adelantados. Ojalá España tuviera una mentalidad más europea. No tengo pensado volver a vivir en Mallorca, sinceramente me gusta más la vida aquí. Podría volver de vacaciones, de visita, pero no para vivir.

La posibilidad jurídica de poder volver, aun así, no está resuelta.
— Dependerá de lo que diga el Tribunal Europeo de Estrasburgo. Si allí me absuelven, podría volver a casa y el Estado español tendría que indemnizarme.

Pero puede pasar de aquí a cinco años.
— Puede pasar de aquí dos, tres, cinco... Por eso no es lo más importante, porque es el punto de vista individual. Lo principal es el enfoque colectivo: hay 18 personas condenadas en prisión y necesitamos una solución colectiva. Porque una solución individual yo ya la tengo: aquí soy un ciudadano europeo más. Soy libre. Y he seguido cantando, haciendo conciertos...

¿Cómo vivió las elecciones generales desde el extranjero?
— Estuve muy triste de ver que la extrema derecha ha conseguido un diputado por Balears. Hace daño. Pensaba que Mallorca, como en el País Vasco, no saldría ningún diputado de Vox. Que daríamos una lección.

¿Por qué eligió vivir en Bruselas?
— Básicamente me exilié aquí porque está en el centro simbólico de Europa y es atractivo para denunciar la falta de expresión en el Estado español. Por otra parte, la vida en Suiza era muy cara y tampoco tenía una red.

¿Cree que sufre seguimientos policiales?
— Te acabas volviendo paranoico. ¡Estuve los 4 primeros meses sin poder salir de casa! No lo sé, yo hago vida normal.

¿Y qué relación mantiene con los ex consejeros catalanes al exilio?
— Básicamente tengo relación con Lluís Puig, que es una persona muy próxima. Tiene una parte muy humana, más que política. Es un hombre que me recuerda mucho a mi padre, siempre me ha ayudado mucho. Se ha presentado en la puerta de todos los juicios, la Navidad la pasamos juntos con su familia en una casa de campo. Haces piña. Con los otros también he hecho piña, pero a nivel antirrepresivo.

¿Visita a menudo Waterloo?
—Yo voy a la Casa de la República como si fuera mi casa. Y si puedo arreglar una impresora que no los funciona, pues me pongo a ello. Y si un día necesito ayuda, se lo pido y listo. Se ha convertido en un símbolo antirrepresivo. Si alguien desgraciadamente se tiene que exiliar, allí encontrará apoyo.

Y aquí en el ‘exilio’ acaba de publicar disco.
— Hace un año que estoy centrado en ello. Y lo acabamos de publicar ahora. ¡Fíjate que aquí está permitido incluso cantar dentro de una iglesia, que ya lo he hecho! En Bélgica se respeta mucho la cultura y el Estado me ha financiado todo el disco. Todo. Hasta el último céntimo. Ya me ha ayudado más que los de Podemos.

Ya había fusionado su rap con otros estilos como la glosa mallorquina. ¿Y en esta ocasión?
— Es un disco de jazz mezclado con rap. Incluye colaboraciones con Ossian, Sr Oca, Etxart Casas, STL Beatz... Se titula Piet Hein, que era un pirata neerlandés que fue capturado por Nueva España, se fugó y después guerreó contra ella, hundió su economía y degradó su imagen a nivel internacional. Y volvió a casa como un héroe nacional.

Por cierto, esta primavera todo el mundo añade el nombre de Valtònyc en los carteles de los festivales musicales.
— Me parece muy heavy poner mi nombre sin pedir permiso y no hacer ni una aportación económica para ayudarme a pagar los abogados. Lo encuentro una vergüenza. Es de postureo, como para limpiarse la conciencia. Sin embargo, también hay gente que se ha organizado y ha hecho muchas cosas por mi. Y festivales que han lanzado vídeos míos.

¿Le han faltado apoyos del mundo musical?
— Me ha extrañado la falta de apoyo, e incluso cierta criminalización, de los cantautores españoles de toda la vida: Serrat, Sabina, Loquillo...