Francina Armengol y Ximo Puig, en pleno Passeig Sagrera, tras la reunión que mantuvieron en el Consolat. | Jaume Morey

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Francina Armengol y Ximo Puig, presidentes de dos autonomías que aportan mucho más de lo que reciben del Estado, se reunieron este martes en el Consolat de Mar (Palma). Reclamaron juntos una nueva financiación y también la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado para 2019; hoy por hoy, cuestión muy compleja por la negativa de los independentistas catalanes a dar su anuencia.

Tanto Puig como Armengol coincidieron en la necesidad de que se aprueben los Presupuestos «por las políticas sociales» que podrían concretarse con estas nuevas cuentas públicas.

Ambos insistieron en la necesidad de hacer «una alianza entre las dos comunidades», aunque no dudaron en señalar que la cuestión clave es sacar adelante las cuentas públicas para que pudieran mejorarse «cuestiones de dependencia económica, subir el salario mínimo interprofesional y que el Gobierno ayude a las comunidades que quieren acabar con el copago farmacéutico», indicó Puig en alusión a Baleares y Valencia.

En referencia a los independentistas catalanes, Puig indicó: «Los que impidan que haya unos Presupuestos que van a mejorar la vida de las personas tendrán que explicar por qué no los apoyan».

Puig recordó que los técnicos han cifrado en 16.000 millones la cantidad «que necesita el sistema de financiación autonómica para que pueda funcionar». Subrayó, no obstante, «una nueva atmósfera de relación con el Gobierno central». Tanto la presidenta balear como el valenciano expresaron que se ha superado la fase de «impás» de los tiempos de Mariano Rajoy.

Otro de los puntos de trabajo compartidos giró entorno a la «devolución de derechos a la ciudadanía, dañados en la etapa del Gobierno del PP». Armengol también destacó «temas comunes» como el turismo y «conseguir que la temporada se alargue». Puig manifestó su preocupación por la situación del pesquero valenciano Virgen de Loreto que ha rescatado en las costas libias a doce inmigrantes. «No se puede dejar morir a nadie en el mar –dijo–» y se refirió al problema de Italia, «que no quiere aceptar a estas personas».