Esta pitonisa nacida en la clase alta palmesana demostró ser una mujer fuera de lo convencional. | S. Amengual

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Posiblemente, nuestra compañera Eugenia Planas es quien ha descrito mejor a María Fernández de Córdova en una entrevista que publicó en 2001: «Es una señora de los pies a la cabeza. La educación espartana que recibió caló hondo en ella y quizá a ello se debe ese aroma de exquisita elegancia que posee. Rompió moldes al ser consecuente consigo misma».

María Fernández de Córdova falleció este sábado por la tarde en Palma. Nacida en una familia de la clase alta palmesana, ella, sin embargo, hizo su propia vida: ya de joven criticó la hipocresía social y se dedicó a lo que le gustaba: la paraciencia.

Tenía una personalidad extraordinaria. A la aristocracia palmesana le llamó la atención que uno de sus miembros pasara consultas astrológicas y echase el tarot, pero esa era su gran afición.

Ella afirmaba que «tenemos tres deberes en la vida: ser autónomos, autosuficientes e independientes». Desde luego, lo consiguió en ésta, su quinta reencarnación, que decía ella.