Francina Armengol, con gesto serio, conversa en la cafetería del Parlament con los consellers Iago Negueruela, Catalina Cladera y Pilar Costa. | Joan Torres

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El Govern acogió con cierta incomodidad y con más de una duda el anuncio de que Maria Jesús Montero será la nueva ministra de Hacienda en sustitución de Cristóbal Montoro. La ministra ocupaba hasta ahora la cartera de Hacienda en el Gobierno de Andalucía y desde este cargo se ha opuesto radicalmente a las pretensiones de Baleares en materia de financiación.

En el voto particular que presentó Andalucía a la propuesta de nueva financiación que realizó un grupo de expertos se mostraba el rechazo total a la exigencia ‘estrella’ de Baleares: que se respete el principio de ordinalidad, es decir, que las comunidades que más aportan y recaudan en impuestos estén entre las que más reciben. Montero también se ha manifestado en contra de que el Estado perdone a Balears parte de los 6.000 millones que le debe del FLA, otra exigencia de la consellera d’Hisenda, Catalina Cladera.

La inquietud se sustenta en el hecho de que Montero pueda acabar ejerciendo de árbitro interesado en las negociaciones del nuevo sistema de financiación y que se terminen imponiendo los intereses del eje Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha sobre los del eje Valencia, Cataluña y Baleares.

En privado

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En las filas del Ejecutivo se intentaba tapar en público las reticencias hacia la nueva ministra, pero la realidad es que el nombre no ha gustado, como tampoco lo ha hecho otro de los fichajes estrella de Pedro Sánchez, el de Josep Borrell en Exteriores, por su postura en la cuestión catalana, opuesta a la defendida en las Islas.

La frialdad hacia estos nombres se compensa con la elección de Meritxel Batet como ministra de Administraciones Públicas, más cercana a las tesis de Balears. Esta cierta inquietud, que se transmite en privado a la espera de conocer los primeros movimientos de los ministros, no tapa la satisfacción global por el cambio en las políticas del Gobierno.

Se da por hecho que, en las circunstancias en las que gobierna Pedro Sánchez, será muy difícil pactar un nuevo sistema de financiación, pero hay optimismo ante el Régimen Especial de Balears, que será una de las prioridades, aunque ya se asume que llegará con retraso.

La presidenta Francina Armengol expresó su confianza en que el nuevo Gobierno responda mejor que el del PP a las reivindicaciones de las islas y se refirió al «espíritu de descentralización» de la titular de Hacienda. «Tiene una conciencia claramente autonómica» y «ha sufrido las políticas recentralizadoras de Montoro», dijo.