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Baleares tiene 181.434 jóvenes, un 16,4 % de la población total, de los que un 37,8 % viven en Palma y un 49,21 % en municipios de entre 10.000 y 50.000 habitantes.

Los jóvenes se han puesto de espaldas a la España rural. Más del 32 % de quienes tienen entre 15 y 29 años reside en las capitales de provincia y apenas un 5 % en esa (cada vez más grande) parte del país que lentamente se va despoblando.

La España rural se queda sin gente desde hace años: se queda sin mayores porque fallecen y se quedan sin jóvenes porque emigran a la ciudad. Criar hijos en los pueblos es heroico.

El Observatorio de la Juventud en España, una entidad de estudio dependiente del Instituto de la Juventud (Injuve), ha publicado recientemente el informe «La juventud en cifras» con datos actualizados el pasado mes, procedentes del Instituto Nacional de Estadística.

Según esta fuente, que fecha sus números a 1 de enero de 2016, en España hay 7,11 millones de chicos y chicas con más de 15 y menos de 29 años, es decir, el 15,3 % de la población, de 46 millones de habitantes.

Ese 15,3 es el segundo más bajo de la UE. Sólo Italia tiene menos jóvenes, porcentualmente hablando.

Por si fuera poco, un vistazo a la evolución temporal de la población joven española (una tabla que también enseña el informe del Observatorio) arroja conclusiones más que ilustrativas de la realidad demográfica actual.

España tiene hoy la población joven que tenía en 1960, pero menor peso en la demografía. Si hace medio siglo era del 23,4 %, ya que había menos habitantes, en 2016 se registró ese 15,3 mencionado. No hay experto en pensiones en este país que no tuerza el gesto al ver ese dato.

En la juventud, además, se palpan las tendencias demográficas españolas.

Así, las comunidades autónomas con una menguante tasa de natalidad, con la de envejecimiento al alza y con la de la migración rural-urbana en expansión son también las que cuentan menos jóvenes entre sus habitantes.

Por ejemplo, la representación demográfica de los jóvenes en Asturias es del 12 %, apunta el informe, lo que convierte al Principado en la comunidad con menor incidencia de la juventud en su población. Le siguen Galicia y País Vasco, ambas con el 13 %, Cantabria con el 13,2, y Castilla y León con el 13,4.

Las asturiana, gallega, cántabra y castellanoleonesa son precisamente las comunidades que con más empeño quieren una Estrategia Nacional para el reto demográfico, y así lo pidieron en la última Conferencia de Presidentes. El Gobierno ha tomado nota y ya trabaja en el documento y en las que serán sus actuaciones.

Las ciudades autónomas de Ceuta y de Melilla lideran el sector opuesto. En términos relativos, tienen más jóvenes que cualquier comunidad (20,6 % en Melilla; 19,5 en Ceuta).

El estudio del Observatorio de la Juventud recoge información sobre cómo se distribuyen los lugares de residencia de los jóvenes.

La mayoría, un 32,12 %, vive en las capitales de provincia, lo que refleja una tendencia común en la población española, que prefiere las grandes ciudades antes que los núcleos pequeños por una sencilla razón: el empleo.

Asimismo, en las ciudades de entre 10.000 y 50.000 habitantes se localiza el domicilio de un 27,61 % de los jóvenes.

Como contraste, el 5 % que mantiene su residencia en los municipios de menos de 2.000 habitantes y el 14,7 en los de más de 2.000 pero menos de 10.000.

Ese trasvase del campo a la ciudad resulta notorio en Aragón: casi el 58 % de los jóvenes aragoneses reside en alguna de sus tres capitales de provincia, cinco puntos más que en la comunidad uniprovincial por excelencia, Madrid.

La cantidad de localidades de tamaño medio en Cataluña es probablemente la razón de que apenas un 27 % de los jóvenes tenga su domicilio en las capitales catalanas.

Murcia y Madrid son las autonomías con menos jóvenes en sus pueblos, ya que ambas no llegan al 1 %, lo cual denota la fuerte atracción que sus núcleos urbanos generan en la juventud debido al empuje económico.

Por otra parte, la dispersión poblacional explica que en Castilla y León los jóvenes residan en las capitales (más del 44,5 %) y en los minúsculos municipios (casi un 22). Aquí las localidades medianas aparecen como las más envejecidas.