José Ramón Bauzá. | Pere Bota

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Los corrillos echaban humo este lunes por la mañana en los aledaños de la sede del PP, en el carrer Palau Reial. El viernes y el sábado de la semana pasada José Ramón Bauzá hizo dos cosas en contra de los estatutos del partido. A las doce de la noche del viernes Alejandro Sanz, secretario de Joserra, llamó a uno de los responsables del partido. Le dijo que Bauzá daría una rueda de prensa el sábado por la mañana para presentarse como candidato a la presidencia, ¡con menos de doce horas de margen! y que avisase para que la sede estuviese abierta, cuando los sábados está cerrada. «¿De qué rueda de prensa me hablas? ¡Aún no se ha abierto el proceso congresual. Nadie puede presentar su candidatura todavía!». La respuesta de Sanz fue contundente: «La rueda de prensa la convocamos nosotros, pero pedimos que la sede esté abierta».

Naturalmente, José Ramón se la encontró cerrada. Pero su desbocado lanzamiento al ruedo podría tener consecuencias serias. Primero convocó la rueda de prensa apropiándose del logo del partido por su cuenta y riesgo y casi de madrugada. ¡Nadie puede adueñarse de las siglas PP sin el permiso de la dirección! Y, segundo, sin que haya aún luz verde al proceso congresual. Según diferentes fuentes del PP, «estos dos motivos son más que suficientes para que el Comité de Garantías le abra expediente disciplinario». Sin embargo, se da «por seguro» que ni el presidente, Miquel Vidal, ni la responsable del comité, Núria Riera, moverán un dedo.

De hecho, a Vidal no le hace ningún daño que Bauzá se haya lanzado a la arena a lo loco y antes de tiempo. Todo lo contrario. El actual presidente provisional va a lo suyo. Ya comienza a preparar la ponencia sobre Educación que expondrá en el congreso nacional, ante Mariano Rajoy, el próximo febrero. Lo hará junto a la catalana Andrea Levy. Miquel no cabe de gozo ante tanto protagonismo, sorprendente en un presidente en apariencia interino. En la práctica, será un primer espada chupando cámara al lado de la guapísima Levy. El viento va en su dirección. Y cuanto más fuera de cuerda vayan Bauzá y el grupito que le empuja, más se asienta Vidal en su puesto.

Además, los grupos de Jaume Martínez y Antoni Deudero, que se han desmarcado rápidamente de Bauzá, serían ahora más proclives a una candidatura de integración con los regionalistas de Biel Company, siempre que haya un presidente de consenso. Un Bauzá desmelenado les subleva y les une a todos, igual que aquel Norman Bates de la película Psicosis de Hichtcock, convertido en el requetemalo de la historia.

Porque lo de Joserra es serio. «Comienza a tener tics mesiánicos. Ya hay quien se pregunta si no estará bien de salud tras del disgusto de que no le hicieran ni ministro, ni secretario de Estado, ni nada de nada». Diferentes fuentes aseguran que Bauzá va diciendo por ahí que «es un enviado de Madrid», que le ha ordenado sacar la espada flamígera en Balears «para poner orden». A todos los que quieran escucharle «les dice que tiene todo el apoyo de la calle Génova». Este lunes ya se preparaban telefonazos a la sede central del PP «para confirmar si es cierto que José Ramón es el nuevo Mesías o si se lo está inventando». Como hace pocas semanas «parece que se inventó cartas de empresarios turísticos», toda la basca recela: «Hasta hace pocos días decía ser el salvador del turismo español y ahora ha pasado a querer salvar al PP balear. ¿Estará en sus cabales? Si es así, no acaba de cuadrar nada de este asunto».

Lo cierto es que los apoyos con que cuenta Bauzá son minúsculos: Un minorizado Carlos Delgado; un tembloroso Rafa Torres, que cada vez que se le acerca Pere Rotger por Inca corre más que Steve McQueen en «La gran evasión»; un alcalde de Sant Joan, policía local él, que está peleado con Biel Company, y un grupito de muchachos de Nuevas Generaciones, organización que, por cierto, no ha hecho ningún comunicado de apoyo a Joserra. Y poco más. «Si con estas alforjas pretende imponerse en un partido de 15.000 militantes, se equivoca de medio a medio».

En el PP lo ven claro. Bauzá «se ha convertido en un personaje de reacciones imprevisibles: «Nunca se sabe por dónde saldrá, como si su Super Yo social estuviese en serio conflicto con su Yo personal».

Pero Miquel Vidal está tranquilo. Se le cae la baba con su ponencia con Andrea Levy. Y las ve venir. En esto, cuando toque se abrirá la carrera congresual regional. Bauzá ha hecho Navidad antes de Pascua. Vidal, formalmente, podría empapelarle. En realidad, le va de perlas que un kamikaze le líe el cotarro. Él es de verdad quien tiene en sus manos la artillería antiaérea que le suministra Madrid.