Mariano Rajoy. | Juanjo Roig

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Se acerca implacable el próximo domingo, que es cuanto el amoratado, dividido y amargado comité federal del PSOE deberá decidir una fórmula abstencionista que permita la investidura de Mariano Rajoy. El PSC catalán se ha plantado, igual que el PSIB balear. Pero entre ambas organizaciones hay una diferencia jurídica clave: el PSC es una formación independiente del PSOE. Está ligado por motivos de espacio político e ideológico y sus miembros pueden formar parte de la dirección socialista en Madrid, pero el PSC es una formación soberana a la hora de tomar sus decisiones. Nadie, ni siquiera Ferraz, puede imponerles disciplina de voto.

Otra cosa muy diferente el el PSIB, que es parte de la estructura del PSOE y cuya personalidad jurídica está orgánicamente ligada a los socialistas de toda España. Mientras la gente de Iceta pude votar no a Rajoy sin despeinarse, el PSIB está obligado a la abstención que le ordenen Ferraz, caso de que esta sea la decisión final de un comité federal controlado por los andaluces de Susana Díaz. ¿Qué hará el diputado Pere Joan Pons? ¿Se plegará o se mantendrá peleón y fiel a su conciencia y a sus compañeros baleares hasta el último momento y más allá? ¿Cambiará dignidad por estabilidad interna?

Pero ésa no es la pregunta fundamental. La incógnita es si el PSIB, si se produce la investidura de Rajoy, será capaz de plantearse una nueva relación jurídica con el PSOE mucho más parecida a la del PSC, que le permita poder ejercer su soberanía de conciencia en las coyunturas clave. Ese es el debate que podría plantearse dentro de poco si la faraona de Sevilla acaba por imponerse y fuerza la investidura del líder del PP. ¿Conseguirán los socialistas isleños que les reconozcan el derecho a ser mucho más PSIB que PSOE?

No obstante, aún queda partido de aquí al próximo domingo. El movimiento de bases y de recogida de firmas dentro del PSOE para exigir un nuevo congreso extraordinario y para evitar la investidura e Rajoy es fortísimo, mucho más de lo que se esperaban los sultanes de Sevilla, alguno de los cuales ha tenido que lanzarse al ruedo antes de tiempo y ponerse a bailar el fandango de la abstención días antes de la hora prevista. Falta por ver qué cara pondrá el presidente de la gestora, Javier Fernández cuando le presenten decenas de miles de firmas de militantes en un claro desafío a la abstención. Falta por comprobar qué recibimiento se le dará a Pedro Sánchez cuando regrese de su periplo californiano. Pase lo que pase, el PSOE tendrá muchas heridas por sanar.

¿Y no es éste el momento adecuado para que el PSIB dé los primeros pasos, firmes y decididos para incrementar su soberanía respecto a Ferraz? Es una oportunidad única y de evidente importancia respecto a un futuro que se anuncia incierto, cambiante y cargado de incertidumbres.