Mateu Isern. | Javier Coll

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El rodriguismo es a la política lo que Rafa Nadal al tenis, ganarán o perderán, pero jamás descansan. No dan jamás una bola por perdida. Ahora han iniciado la guerra psicológica para intentar que Mateu Isern renuncie a ser cabeza de lista en las elecciones generales del próximo 26 de junio, cada vez más imparables e inevitables salvo acuerdo de última hora entre Sánchez e Iglesias, posibilidad de la cual no quieren ni oír hablar las empresas del IBEX-35, ni tampoco el stablishment sudista del PSOE. Es demasiada presión. Un Sánchez animado y por los desmanes de los papeles de Panamá, que están hundiendo a Rajoy, ya se ha hecho a la idea de volver a las urnas. Y un Iglesias que aspira a ser el jefe de la oposición también lo ha aceptado. Los dados están otra vez sobre la mesa.

Si hay nuevas elecciones, Rajoy tiene decidido que repitan los candidatos del pasado diciembre. Eso daría imagen de unidad y coherencia interna en el PP. Sólo imagen porque la división no sólo en Balears sino también en toda España es de guerra fratricida interna. Pero los mismos candidatos, sin tener que entrar en nuevos procesos internos, afianzan a Rajoy en horas tan bajas como las actuales. Le permiten el control de su Grupo Parlamentario si tras las urnas le caen chuzos de punta encima.

Y es este rifi-rafe entra Mateu Isern. El rodriguismo se la tiene más jurada que James Bond a Goldfinger después de los enfrentamientos en Cort en el pasado mandato y el veto de la calle Génova a Álvaro Gijón. Por eso la guerra psicológica para que Isern renuncie ha empezado. Además, los movimientos de personas próximas al exalcalde moviéndose y consiguiendo adeptos en algunos distritos han acabado de encender los ánimos.

De esta forma, a Isern se le califica de «señorito», a Tito Fiol de «hombre del pasado» y a la combativa Aina Aguiló, ahora expedientada en los papeles de Deudero, de que «ha perdido la olla». El rodirguismo jugará fuerte en los próximas semanas, hasta que se revalide la lista. La única posibilidad que tienen es que Isern abandone por voluntad propia, porque Madrid le revalida con absoluta seguridad y además cuenta con apoyos importantes en la capital, comenzando por la secretaria general, María Dolores de Cospedal. Además, trabaja duro en el Congreso (aparte de no tener ni la más mínima relación con el senador José Ramón Bauzá). Pero no está descartado que puedan tocarle la moral. «Se lo están mirando todo. Hasta el agujero de las orejas, buscándole algún renuncio que empujase a Isern a dimitir, a marcharse hastiado. Los rodriguistas no le ven ni alegre ni entusiasmado y eso les anima», afirman fuertes del partido.

El PP vive estos días en Mallorca una aparente calma chicha. Pero por debajo la tensión puede cortarse con un cuchillo. Vienen movimientos para intentar que Isern arroje la toalla. Habrá jugadas de farol y habrá estirones. Poco visibles, sin duda. Pero muy hirientes. Mientras, desde la cumbre, el president Miquel Vidal se ha puesto algodón en las orejas para no tener que escuchar como silban las balas.

El caso valenciano

Mientras, el expediente sancionador a Aina Aguiló, ahora recurrido en Madrid por la afectada, puede entrar en una nueva fase. Resulta que el comité nacional de Derechos y Garantías del PP tomará declaración a todos los concejales del partido en la ciudad de Valencia que han sido implicados judicialmente en el caso Pitufeo. La duda que tiene este Comité es si desplazarse a la capital del Túria o llamar a los investigados a Madrid. Pues bien, Aina Aguiló fue sancionada sin ser escuchada, ni citada, ni se le permitieron presentar testigos después de la pelea dialéctica que tuvo con el secretario general, Andreu Ferrer. Algunos abogados han aconsejado a Aina Aguiló que «proceda por la vía penal» contra el instructor del expediente, que es el alcalde de Manacor, Pedro Rosselló, que fue designado por el presidente de este Comité en Balears, Antoni Deudero. Según estos expertos «Rosselló no respetó los derechos constitucionales de Aina».