Alberto Jarabo, Francina Armengol y Biel Barceló. | Pere Bota

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Se veía venir y está pasando. Podemos se ha abstenido en la enmienda a la totalidad del proyecto de ecotasa presentada por la derecha en el Parlament. La iniciativa ha salido adelante por los pelos gracias a la abstención del PI, pero la primera fisura seria en el seno de la izquierda es un hecho. Podemos exige que el dinero de la ecotasa esté muy repartido. Aspira a que no se quede en las arcas manejadas por Turisme y Medi Ambient, ambas Consellerias dirigidas por Més. Exigen que un porcentaje muy alto de la recaudación se vaya al Consell de Eivissa, que por extensión debería destinarse también al resto de Consells. También reclaman recursos para los Ayuntamientos...En definitiva, que al vicepresident Barceló y a sus compañeros de Medi Ambient sólo le queden cuatro monedas para dar de comer a los pajaritos.

El problema es consecuencia de errores estructurales, como el hecho de que ni PSIB ni Més presionaran lo suficiente a Podemos para que entrasen en el Govern, tal y como hicieron en el Consell y en Cort. De ser así, se habría establecido una dinámica mucho más estrecha entre las tres formaciones. Pero la causa fundamental de este desencuentro no es estructural, sino de hegemonía política. Son los resultados del pasado 20 de diciembre en Balears. Unas elecciones generales cuya relectura es clave en la actual zozobra.

Podemos obtuvo más de 111.000 votos, mientras que Més apenas rascó los 34.000. La génesis del choque está ahí. Més se negó a formar una coalición en Balears el 20-D entre soberanistas y podemitas. Renunció a una estrategia que obtuvo éxitos clamorosos en Galicia, Catalunya y Pais Valencià. Si se hubiera producido esta coalición, juntos habrían logrado tres diputados en vez de los dos que tiene ahora Podemos, juntos se habrían convertido en la primera fuerza del Archipiélago, y el éxito en el Senado habría sido indiscutible. Biel Barceló podría negociar ahora la ecotasa con los hoteleros siendo representante de la primera fuerza balear, nada menos...porque también habrían superado al PP. Y ahora Podemos serían sus aliados. No habría lío con el impuesto turístico.

Pero Més no quiso esta coalición. Se quedó sin representación, con menos de un tercio de los votos alcanzados por los podemitas. Aún así, sigue siendo el amo de Medi Ambient, Turisme y...la ecotasa. Un pastazo que puede ser políticamente muy bien utilizado de cara a futuras contiendas electorales. Pero si Podemos desdibuja el destino del dinero y fuerza a que se distribuya entre diferentes instituciones podrá pugnar con más fuerza para lograr su verdadero objetivo: consolidarse como primera fuerza de la izquierda balear.Los triunfadores del 20-D quieren decidir sobre el destino del dinero. Esa es la cuestión.

Y luego está el PSIB. Tiene en sus manos la presidencia del Govern con Francina Armengol y algunas Conselleria incómodas pero importantísimas, como Educació y Sanitat. El pasado 20-D el PSIB logró poco más de 88.500 votos, quedándose más de 20.000 sufragios por debajo de Podemos. En consecuencia, en las últimas semanas, tras la reapertura del Parlament, se está detectando de manera cada vez más visible el fenómeno del hombrismo, Podemos mira por encima del hombro a sus compañeros de viaje de la izquierda. El análisis del 20-D les ha dado alas.Y no están en el Govern. Mirán los toros desde la barrera...y hacen la puñeta donde más escuece.

No ocurre lo mismo en el Consell de Mallorca. Allí Podemos forma parte del equipo de gobierno de manera muy activa. La dinámica es lúcida y luminosa. El president Miquel Ensenyat (Més) y el vicepresident Jesús Jurado (Podemos) son párpado y pestaña. Sin ir más lejos, dentro de pocos días se van juntos a la isla griega de Quíos a ayudar con dinero mallorquín a los refugiados sirios y a hablar de hermanamientos. ¿Alguien se imagina a Jarabo haciendo gestos similares con Francina y Barceló? Y un punto fundamental: el PSIB del Consell está desarrollando una tarea de cohesión de primera magnitud. La desarrolla con habilidad, cultura política, formación teórica y dando una lección de empatía que engrasa dinamismo en la maquinaria institucional. ¿Es capaz de hacer lo propio el Consolat con el cirio de la ecotasa, con Més aguantando desprecios podemitas mientras se agarra a los timones de consellerias clave tras el chasco del 20-D? Ahí está la clave del problema.