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El cabeza de lista de Podemos por Baleares el 20D, el juez en excedencia Juan Pedro Yllanes, tiene claro el significado del juicio del caso Nóos: «Hay una apariencia de normalidad por el hecho de que cualquier ciudadano, incluida la hermana del Rey, puede sentarse como acusada en un banquillo».

El magistrado que ha renunciado a presidir el juicio más mediático de la historia de Baleares para presentarse a las elecciones generales con Podemos cree, con ocasión de una entrevista con Efe, que el proceso a la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin «va a significar la absoluta normalidad y la imagen de que la Justicia debería ser igual para todos».

«Yo no digo que lo sea en este momento, porque tenemos todavía carencias que obligan a tomarse en serio el trabajo para modernizar y actualizar la Administración de Justicia», advierte sobre la tarea en la que quiere volcarse y que le ha llevado a la política.

Presidir el tribunal en el juicio de Nóos era «sin duda una oportunidad profesional importante», pero Yllanes defiende que acceder al Congreso de los Diputados «para legislar» también lo es.

Tiene claro a qué se quiere dedicar desde el 21 de diciembre: «A cambiar las cosas, recuperar lo que hemos ido perdiendo por el camino y hacer servicio público desde otro punto de vista en la Administración de Justicia».

Yllanes piensa que «hay que recuperar urgentemente el Tribunal Constitucional, que no puede estar presidido por una persona que ha militado en el partido que lo nombró y no se puede convertir en un lugar donde se coloca a la gente para premiarle por servicios prestados».

El juez que condenó al alcalde de Andratx por prevaricación urbanística quiere «reformar los instrumentos procesales que van en contra de que se puedan investigar los grandes asuntos de corrupción».

Desde su experiencia de 26 años en la judicatura, Yllanes vapulea la reciente reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, «directamente encaminada a obstaculizar la investigación de los grandes asuntos de corrupción», y reivindica que la investigación judicial se pueda alargar más allá de los 18 meses.

«En 18 meses es difícil acabar una instrucción de una estafa normalita. Intentar acabar una investigación de corrupción en 18 meses es una utopía», afirma.

También quiere más inversiones en Justicia y volver a los tiempos en que «se creaban 250 plazas de jueces y no 25 o 30 como se crean ahora».

«El Gobierno del PP ha dejado, literalmente, abandonada a la Justicia a su suerte», reprocha. «Si queremos tener una justicia imparcial e independiente, al servicio de todos los ciudadanos, será necesario sacar el dinero de donde lo haya, dotándola de los medios personales y materiales que requiere», reivindica.

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Esas carencias le llevan a pensar de nuevo en el juicio a la infanta. «El juicio del caso Nóos va a concentrar la atención en los tribunales de Baleares durante cinco meses, pero me temo que cuando se apaguen los focos volveremos a pasar a nuestra condición de permanentes olvidados y la Justicia en las islas seguirá mal dotada de medios materiales y personales y siendo la propia de una comunidad autónoma periférica, insular, que no le interesa a nadie».

«La gente se preocupa de Baleares cuando sucede algún escándalo muy llamativo en Magaluf o en Ibiza, que nos coloca en el foco mediático, pero cuando llega el crudo invierno, de repente desaparecemos», describe.

Intentar que las reivindicaciones de Baleares se introduzcan en la política nacional es el compromiso de este «sevillano nacido en Madrid que cada vez es más mallorquín», si es elegido diputado por Podemos.

Dice haber demostrado durante cerca de 15 años en la administración de Justicia en Baleares que le preocupa «lo que pasa con el dinero público, con la salvaguarda del territorio y con la movilidad de los ciudadanos de estas islas».

Sus caballos de batalla serán: «La financiación tiene que ser urgentemente recuperada, la movilidad, que se impidan absolutamente las prospecciones petrolíferas, la salvaguarda del territorio y del litoral y la precariedad en el empleo».

Convencido de que será diputado en el Congreso pero que su sitio «está en Baleares», no quiere perder el contacto con la realidad insular: «Me iré a Madrid si puedo de martes a jueves, y el viernes volveré porque mi vida seguirá estando aquí en Mallorca».

Dice que la evolución de Podemos no es tanto un cambio de discurso como «ofrecer soluciones perfectamente asumibles por un elevado porcentaje de la población».

Incluida la defensa de un referéndum sobre el modelo de Estado que reivindicó Podemos tras la abdicación del rey Juan Carlos, uno de los temas que cree que puede abarcar el proceso de reforma constitucional por el que aboga la formación.

«No hay que temer a que los ciudadanos se pronuncien acerca de qué modelo de Estado quieren tener, pero sin duda no se trata de una de las inquietudes prioritarias de los ciudadanos porque hay cosas relativas a los derechos sociales y la precariedad en el empleo que preocupan mucho más que el modelo de estado que nos demos», explica.

Yllanes afronta con energía y entusiasmo de recién llegado la campaña y las elecciones. «No me he arrepentido ni una sola vez, estoy cada día más reafirmado en la decisión que tomé», dice sobre colgar la toga.

No aspira a un cargo: «No he pensado nunca en ser ministro de Justicia. A Pablo Iglesias ni se le ha ocurrido proponérmelo, lo cual demuestra su sensatez».

¿Y si un día vuelve y cuando esté sentando en el tribunal le reprochan que sea el juez de Podemos?: «Seré yo el primero que me exigiré a mí mismo aplicar todas aquellas reglas legales que garantizan que se es independiente, se es imparcial y se aparenta esa imparcialidad».