Laura Camargo y Alberto Jarabo. | Pere Bota

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La nueva embastida de Podemos contra el socialista Fernández Terres, unido a los ataques a Juli Fuster por ser marido de consellera o al hijo de Vicenç Thomàs, además del tono de desprecio hacia Joan Gual de Torrella, designado presidente de la Autoritat Portuària, comienzan a sacar de quicio a las mentes pensantes del PSIB. Ven en esta actitud, especialmente protagonizada por la diputada podemita Laura Camargo, más «desprecio y resentimiento subjetivo» que acciones fruto de una consistencia ideológica. «Si fuese así, las tendríamos muy en cuenta, por muy de izquierdas que sean». Pero «lo que vemos es inquina personal llevada al nivel de la obsesión por parte de personas que parecen ir por libre dentro de Podemos».

El PSIB está aprendiendo a hilar fino y a analizar el más mínimo detalle al afrontar el problema Podemos para intentar averiguar «hacia donde se dirigirá el próximo banderillazo». Se han dado cuenta que la forma de pensar de los podemitas «es muy variopinta» y que mientras las algunos tienen «una notable capacidad de diálogo», otros «se aferran a sus obsesiones contra su presa, y no la sueltan».

Así, el PSIB no comprende «esta manía» contra Fernández Terrés por su pasada relación con empresas privadas mientras «por ejemplo no dicen nada de Pilar Carbonell, que también proviene del sector empresarial turístico». Como se sabe, Carbonell fue nombrada directora general por el vicepresident Biel Barceló, a su vez líder de la coalición Més. Los socialistas ven que «un nombramiento nuestro es un problema mientras que si lo hace otra formación los de Podemos no ven ningún inconveniente».

Entre el PSIB se habla muy bien del podemita Jesús Jurado, que ha sido uno de los grandes artífices del pacto en el Consell. También elogian la capacidad de diálogo de la presidenta del Parlament, Chelo Huertas. Y cada vez van sintiéndose más cómodos con el talante del número uno de la formación, Alberto Jarabo. Pero con otros la procesión va por dentro. Cuando les mentan el nombre de Laura Camargo a más de un socialista le entra picor en el pescuezo. Las mentes pensantes del PSIB han hecho un gran esfuerzo para intentar adivinar cuál es la estructura ideológica de Camargo: hasta qué punto es marxista, qué influencias leninistas tiene, qué lecturas de ciencia política la han marcado o qué método de análisis de la realidad utiliza. No han conseguido averiguar nada.Tampoco han podido comprender qué sentido de la praxis (conversión de la teoría en práctica) tiene Camargo. La estructura ideológica de esta diputada es para ellos un misterio insondable. Sólo saben que «esta nos muerde sin saber a dónde va».

Los socialistas ya no ven a Camargo como una dialéctica capaz de superar las contradicciones concretas en función de una visión general de la realidad. «Cuando Laura se cierra en banda es peor que un muro de ladrillo. Le rebotan hasta los chuzos de punta». Aunque aún no lo comentan fuera de su círculo cerrado, los socialistas empiezan a preguntarse si Camargo es más un pétreo prototipo contemporáneo de monja alférez antes que una dirigente de la izquierda. Comienzan a creer que les ha tocado en suerte una especie Sor Fracinaina Cirer con psique de legionario dispuesta a asaltar la trinchera al precio que sea. No estaban acostumbrados a este tipo de aliados teóricamente progresistas. Sólo les queda resistir. Consuelan «al pobre Terrés» al borde de la depresión y ya dan por más que probable que Camargo les dará martirio toda la legislatura.