Una gran borrasca acecha Eivissa en una imagen tomada desde Dalt Vila. | Toni Escobar

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«Aquí caen cuatro gotas y se inunda la isla». Frases como esta han sido una tónica constante entre comerciantes y restauradores de Eivissa y Formentera, que han visto paralizados sus negocios durante horas como consecuencia de las tormentas que han afectado a las Pitiüses ayer y anteayer. Fue la noche del martes, concretamente, cuando un fuerte chaparrón, de apenas media hora de duración, colapsó buena parte de las carreteras y calles de Eivissa, y provocó importantes daños e incidencias en locales y establecimientos. A mediodía de ayer otro aguacero paralizó buena parte de la isla.

El diluvio se ha traducido en pérdidas millonarias para el sector servicios no sólo porque la abundante lluvia frenara la asistencia de turistas y visitantes a restaurantes, comercios, terrazas o establecimientos de ocio, sino porque muchos de ellos sufrieron cortes de luz o inundaciones que les obligaron a detener su actividad.

La fuerte lluvia originó en Eivissa, además, todo tipo de incidencias; desde caídas de árboles a cortes en tramos viarios, importantes retenciones y accidentes de tráfico.

La resaca del temporal dejó durante la mañana de ayer escenas de operarios reparando desperfectos y empleados achicando agua de sus negocios para reabrirlos al público. En pleno mes de agosto, el caos que provoca en la isla una tempestad como la vivida los últimos días aviva las críticas de la ciudadanía sobre el sistema de alcantarillado y de drenaje de calles y carreteras.

Reacciones

Para Marga, propietaria de un puesto artesanal en el corazón de la Marina, en el puerto de Vila, las consecuencias de la lluvia son «horribles». «El agua nos llegaba hasta la rodilla y con escobas metimos el agua por las alcantarillas, tuvimos que abrirlas todas. No drena bien y se inundan las tiendas. Esta calle la levantaron hace poco para pasar el alcantarillado. Yo no soy técnica, pero lo han hecho tan mal que mira cómo se pone todo por cuatro gotitas. No sé dónde les dan el carné», lamentaba.

Peor le fueron las cosas a los establecimientos situados en la plaza Antoni Riquer, en la fachada marítima. La filtración de agua por las canalizaciones de una vivienda se inundó el foso del transformador que da luz a la manzana, originando un fallo eléctrico que se prolongó durante siete horas. Toni Galiana, propietario de la heladería Los Valencianos, explicó que para vaciar el foso fueron precisos tres viajes de un camión cargado con 13.000 litros de agua. El empresario alicantino culpa del caos que originan las tormentas en la zona a las canalizaciones y cifra en «3.000 o 4.000 euros» las pérdidas.

Armando, responsable del restaurante La Solera, afirmaba indignado que lo sucedido el martes por esa misma fuga «no había pasado nunca». «Tendrá que mirar Aqualia de limpiar bien las alcantarillas y buscar las averías». En su caso, las pérdidas de una noche de agosto pueden alcanzar los 6.000 euros.

A solo unos metros se encuentra la terraza Zoo, uno de los puntos de encuentro para decenas de jóvenes en la noche ibicenca. Rafael, uno de sus empleados, recuerda que el agua «salía de debajo de la tierra» y culpa a las obras llevadas a cabo en el puerto del desastre. «El año pasado llovió incluso más y no pasó esto». La inundación del local generó fallos en las máquinas y a mediodía de ayer todavía aguardaba a que se secaran para reanudar la actividad. En su caso, las pérdidas podrían ascender a los 8.000 euros.

En el barrio de es Pratet también se vivieron momentos de colapso. Para Carmen Cárcel, presidenta de la asociación de vecinos y propietaria de la pastelería Can Gust, lo vivido la noche del martes fue «otro desastre». «Parece mentira que Ibiza, con el renombre que tiene y lo que gastamos aquí, pase esto con 10 minutos de lluvia. Es tercermundista», denuncia. La representante vecinal acusa a la propiedad del nuevo parking de es Pratet de haber levantado muros que impiden que el agua baje hacia el mar, provocando un ‘embudo' en torno a la calle Pere Francès cada vez que llueve con cierta intensidad.

En la zona de Talamanca, el agua acumulada y el corte del suministro eléctrico causó más de un problema a los establecimientos de la primera línea. Es el caso del Harbour Club Ibiza. El encargado explicó que sólo pudieron dar parte de un servicio ya que sobre las 20.30 horas se fue la luz. «Atendimos los clientes que se encontraban ya en el establecimiento y después empezamos a avisar a la gente que había reservado mesa». La tempestad y el corte eléctrico se tradujo en la cancelación de unas 40 reservas y unas pérdidas en torno a los 10.000 euros.

En Jesús y Cala Llonga, los servicios técnicos y la policía tuvieron que atender ayer diversos desperfectos causados por las fuertes lluvias, especialmente la caída de varios muros motivada por la acumulación de agua.