Miquel Ensenyat. | Jaume Morey

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La llegada de Miquel Ensenyat (Més) a la presidencia del Consell de Mallorca puede suponer un giro de 180 grados en la conducción de la institución, «que en los últimos años se había convertido en un apéndice del Consolat, sin protagonismo real y sin capacidad para activar nuevas políticas».

La labor que está desarrollando Ensenyat, que ha adquirido noble experiencia en Esporles y que cuenta con el apoyo de toda la izquierda en el Conell, es para activar políticas «que movilicen a toda la Isla». Por ejemplo, quiere poner el Teatre Principal al servicio de toda la Part Forana, abrirlo a sus grupos teatrales, musicales y a todas las actividades que se desarollan más allá de Palma. Esta interacción «supone de hecho un intento de ruptura de la tradicional separación entre la capital y el resto de Mallorca».

Y lo que sirve para política cultural «también es aplicable a muchos otros ámbitos, desde infraestructuras a planes de obras y hasta a política medioambiental y turística». En este sentido, Ensenyat insistirá en conseguir las transferencias que aún tiene en su poder el Govern y hace años que deberían haber pasado a manos insulares con su consiguiente dotación presupustaria, «especialmente en materia turística».

Ensenyat sabe que tarde o temprano se producirá algún tipo de fricción con el Consolat y con Francina Armengol, pero no piensa ceder ni un ápice en la potenciación del Consell, «que dejará de ser una institución de segunda categoría supeditada al Govern».

Atención a algunas iniciativas de futuro, incluso en materia de simbología, como podría ser un desarrollo de las celebraciones de la caída de Mallorca en manos borbónicas en 1715, ya al final de la Guerra de Sucesión. Algunos de sus asesores ya le apuntan la posibilidad de levantar un monumento en conmemoración de aquel hecho histórico «que tanto toca las señas de indentidad propias».

Vendrán «sorpresas» una vez acabado el verano. Ensenyat no quiere ser plato de segunda mesa. Quieren que le vean como a un igual a Armengol, «desde una política muy cercana a la gente para hacerla partícipe de los nuevos tiempos».